20090314

cultura general1


Vivir sin objetivos espirituales historicos y culturales es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás.

Solemos pensar que la Biblia es un solo libro; enrealidad, es una antología de diversos libros, cuya redacción requirió de aproximadamente mil años.
Solemos pensar también que el primer libro que seescribió fue el del Génesis, que nos habla de lacreación del universo y del hombre por Dios. Pues no. El origen de la tradición bíblica y del Pueblo de
Israel está en el Éxodo, un fenómeno religioso,mistico kabalistico pero también un fenómeno económico, político y social, cuya trama está tejida de diferentes hilos migratorios.El detonador de esta historia se remonta hacia el año 1250 a.C., en el antiguo Egipto, bajo el poder del
Faraón Ramsés II. Entonces, los esclavos hebreos y su libertad .Reconstruir el éxodo bíblico a partir de las fuentes egipcias, es una tarea muy complicada. Los testimonios provenientes del antiguo país del Nilo con relación a la existencia de los israelitas son nulos en la primera mitad del segundo milenio a. C.(1). Hasta el momento, la primera mención que se hace en una inscripción egipcia de la existencia de Israel como nación, es en la estela del faraón Merneptah (Dinastía XIX), piedra de basalto negro que data del siglo XIII a. C.(2). Es cierto que muchos han relacionado a los hebreos con él termino Avirú, como aparece con anterioridad en los textos de Amarna (Dinastía XVIII), refiriéndose a un hostil pueblo hurrita; pero esto es dudoso. Sin embargo, la Biblia desde los primeros capítulos hace alusión a Egipto más de setecientas veces, ya sean citas directas o referencias simbólicas. Por lo tanto, para facilitar nuestro estudio, hemos recurrido en parte a la metodología inversa, que creemos, es inevitable para nuestros objetivos, a saber, ver a Egipto en el Imperio Antiguo y Medio a partir de las menciones testamentarias, y tratar de secuenciarlas con las pruebas documentarias disponibles.
EGIPTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Los problemas que plantea el abordar este tema desde estas dos perspectivas, se deben a razones bien delineadas. En primer lugar, si el origen del pueblo hebreo como nación se lo debe a un espectacular escape hacia el levante, es hasta cierto punto lógico que esté ausente de los registros egipcios. Una derrota tal a su orden político y religioso seguramente fue borrada deliberadamente de sus anales en resguardo de sus divinidades; siendo en consecuencia recordada detalladamente en la memoria hebrea y descripta en el Pentateuco como un acto salvador de su Dios. En segundo lugar, los testimonios arqueológicos son en buena medida fragmentarios, lo que dificulta la reconstrucción de la historia antigua y datación cronológica de Oriente desde un metodo sistemático. El principal canal que ha conservado a través del tiempo, es decir, sin interrupción, una memoria histórica de este período es sin duda el Antiguo Testamento(3). Esto, por un lado refleja una ventaja, la de seguir la historia egipcia a partir de las narraciones del libro de Génesis y de Exodo, pero por el otro plantea una dificultad; ya que el motivo que los reviste es religioso, y este es siempre subjetivo. La tarea de conservación bíblica se efectuó por razones mayormente de orden sagrado, y al igual que los textos egipcios bajo la supervisión de una clase sacerdotal. Como veremos en el presente trabajo, en el relato de la esclavitud y escape de Egipto prevaleció el elemento de supremacías de dioses, es decir, Yahvé en desmedro de los dioses egipcios y sus consecuentes recursos simbólicos que hallan su expresión narrativa en el mito.

EL ORIGEN DE EGIPTO SEGÚN EL GÉNESIS
En la tabla de las Naciones, como algunos comentaristas prefieren llamar al capítulo X de Génesis, nos menciona el origen entre otros, del mismo Egipto. Dos de los descendientes de Cam, hijo de Noé y sobreviviente del diluvio, fueron Mizraim y Patros. Uno pobló la zona del delta, el otro la tierra más cercana a las misteriosas fuentes del "canal"(Heb. SHEOR, "corriente"), como los antiguos se referían al Nilo. Vale decir, que desde lo antiguo se reconocía la dualidad en el Bajo y el Alto Egipto.
Algunos, han querido ver en Mizraim al faraón Menes fundador de la primera dinastía mencionado por Manetón, pero dicha identificación es incierta. Sin embargo, es notable que hasta el día de hoy, los árabes conozcan a la tierra del Nilo como "Misr" o "la tierra de Cam el negro". Lo curioso es que los mismos habitantes de Egipto hablaran de su tierra como "Kenyt" (negroo "Tawy" (las dos tierras) Abraham, hizo en algunas oportunidades algunas visitas al país, por los registros bíblicos parece que tuvo relaciones comerciales ya que adquirió una sierva egipcia llamada "Agar" (Génesis Cap. 12-13). Si bien, no hay ninguna evidencia arqueológica de estos episodios, la situación reinante en Palestina con relación a sus enlaces y sus respectivas rutas comerciales o a los movimientos migratorios semitas, coinciden con los registros egipcios del viaje de Sinuhé(6) y con las descripciones del papiro Anastasi I(7).Tiempo después, José es vendido como esclavo a Egipto por comerciantes ismaelitas a un hombre importante llamado Potifar, cuya esposa intentó seducirlo mientras ministraba en el interior de la casa(8). Es relevante la evidencia documentaria de mujeres ricas en busca de aventuras extramaritales, como lo muestra el papiro Westcar(9). En consecuencia, el hebreo es encerrado en prisión y finalmente alcanza un puesto de visir ante la corte del faraón por el arte de interpretar sueños y predecir siete años de abundancia y otros siete de hambre en el país bien amado. Existe evidencia de siete años de escasez en una inscripción sobre un bloque de granito en la isla de Sehail, que data de la época tolomaica, pero la leyenda seguramente es mucho más antigua(10).La historia de José tal como la leemos en el Génesis, concuerda con las costumbres Egipcias, las viviendas, el funcionamiento penitenciario, el cargo de visir o segundo en el reino coinciden con lo que hoy se sabe del período en cuestión(11).
LA INVASION DE LOS HICSOS
Un dato que no podemos pasar por alto es lo que menciona Génesis 41: 43, sobre el nombre que recibió José en su ascenso, "Avrekj". Esta expresión es una transliteración y no se sabe a ciencia cierta su verdadero significado, pero la versión siríaca lo vierte como: "padre gobernante, y la Vulgata de Jerónimo como: " que toda rodilla se doble ante él"(12).
El hecho de que así fuera llamado cuando montaba en el carro triunfal del faraón y de que halla recibido el anillo del sello(posiblemente con el emblema del escarabajo(13)), concuerda con lo que dice la obra de Manetón, hoy desaparecida. Esta es rescatada por el historiador judío del siglo I d. C. Flavio Josefo, donde relaciona a los israelitas con los llamados hicsos, que significan "reyes pastores" o "reyes cautivos"(14). Es dudosa su procedencia, por lo que se sabe fue una invasión asiática, que según se cree, sucedió entre las dinastías XIII y XVII y que gobernaron durante unos doscientos años; otros prefieren fecharlos entre las dinastías XV y XVI. Algunos comentaristas sitúan la entrada de José con el período de los hicsos, ya que según Génesis 47: 20, José llego a ser dueño de casi todo Egipto a excepción de los bienes del Faraón y de sus sacerdotes. No hay ninguna evidencia bíblica que grupos asiáticos estuviese instalados en el delta antes de la llegada de Israel (Génesis 46: 5, 6). Según los textos hebreos, la corte real estaba compuesta solo por egipcios, Potifar era uno de ellos. Además, José tuvo que servirles la comida a sus hermanos en una mesa aparte, "puesto que los egipcios no podían comer(...) con los hebreos" esto no hubiera sido necesario los habitantes del palacio hubiesen sido semitas(Génesis 43: 31, 32). L. Archer, nos ofrece una teoría interesante(15). Nos habla de tres grupos, los Israelitas, los egipcios y las hordas invasoras de los hicsos. Para su exposición, utiliza el relato de Exodo 1: 8-10 que menciona lo que sucedió después de la muerte de José. Allí dice:
" Con el tiempo se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José" Este nuevo rey, sin duda era de otra dinastía, bien podría ser un gobernante hicso, ya que no reconocía al pueblo del difunto José ni el cargo que ocupó."Y procedió a decir a su pueblo: "¡Miren! El pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y poderoso que nosotros."Es improbable que los israelitas hubieran sido más numerosos que todos los habitantes de los nomos de Egipto, en cambio, si hubieran sido unas dinastías invasoras evidentemente eran un grupo más reducido."¡Vamos! Tratemos astutamente con ellos, por temor que se multipliquen y tenga que resultar que, en caso de que nos sobrevenga una guerra, entonces ellos ciertamente también se agreguen a los que nos odian y peleen contra nosotros y suban y se vayan del país".Es posible que si era una dinastía de hicsos temieran que los hebreos se unieran a los egipcios en una posible guerra.
Pero desgraciadamente es una etapa muy oscura y la invasión de estos extranjeros no se entiende con claridad(16). Las inscripciones de las tumbas nos silencian el hecho(17). Además, hay mucha incertidumbre en cuanto a las dinastías que presenciaron los acontecimientos. Pero ¿qué hay de la historia de Moisés y de la migración israelita registrada en el libro bíblico de éxodo? ¿Es factible reconstruirlo a partir de documentos egipcios? Solo es posible hacer un acercamiento, si se dejan definidos dos asuntos: por un lado, el problema cronológico y la dificultad de armonizar los hechos arqueológicos y epigráficos con la historia tal como la registra el Pentateuco; y por el otro, las profundas cuestiones religiosas que estuvieron enraizadas en las mentalidades de ambos pueblos.
EL PROBLEMA DE LAS FECHAS
No existen dudas en cuanto a la estancia de los Israelitas en Egipto, la presencia semita esta bien atestiguada, por lo tanto, es un tipo de conclusión que debemos aceptar a priori. No es el tipo de tradición que un pueblo inventaría, la esclavitud es un recuerdo humillante para cualquier nación(18). El problema aquí no es de orden histórico, es decir, si ocurrió o no, sino de orden estructural, o sea como ocurrieron los acontecimientos y cuando.El tema de las fechas es un asunto delicado, por eso debemos abordarlo con cautela. Mientras que la cronología bíblica sitúa el éxodo en el siglo XV a. C. la datación que sugiere el registro arqueológico es alrededor del siglo XIII a.C. La razón de esta diferencia se debe a dos factores: 1) Es imposible armonizar los trabajos de campo, debido a que los investigadores de Palestina se manejan con herramientas muy diferentes a las que utilizan los egiptólogos, ya sea por la naturaleza de las fuentes escritas como por los materiales a estudiar. Y 2) Los registros de Israel no mencionan el nombre de ningún faraón hasta el período monárquico, por lo tanto, no es factible establecer ninguna concordancia con las dinastías conocidas. La dificultad de armonizar ambas cronologías con los trabajos de campoMientras que la cronología hebrea se basa en cómputos de tiempo que da el Antiguo Testamento y en períodos generacionales de cuarenta años, se puede sumar desde que Abraham entró en la tierra prometida 430 años, de los cuales solo 215 años estuvieron en tierra extranjera, esto nos llevaría al año 1513 a. C. para la salida israelita de Egipto. Josefo, habla del día trece del mes lunar Jántico, pero dice que el período de 430 se debe contar desde que entraron al país del Nilo ("Antigüedades Judías" Libro II Sec. 318). Como sea, muchos dudan que estas generaciones de 40 años sean literales(19), lo que dificulta el asunto, además de contradecir las pruebas arqueológicas(20).Por otro lado, la cronología egipcia está apoyada en evidencia fragmentaria. Los historiadores se basan en la Piedra de Palermo (incompleta), donde presenta lo que se consideran las cinco primeras dinastías. El papiro Turín (en muchos fragmentos), que proporcionaría la lista de reyes desde el Antiguo reino hasta el Nuevo. Y finalmente se coordinan con los textos de Manetón (treinta dinastías), ayudados por cálculos astronómicos(21).Pero las dudas que arroja tales fuentes son múltiples. La obra de Manetón usada para ordenar el rompecabezas que presentan las pruebas arqueológicas, como ya se mencionó está perdida, solo se recuperó de citas de otros escritores antiguos como Josefo(siglo I d. C.), Sexto Julio Africano(500 años después) y Sincelo (Siglo VIII o IX d. C.). Es muy difícil saber con seguridad lo que es autentico o lo que es espurio de Manetón. Es plausible que reyes, hasta dinastías enteras hayan gobernado al mismo tiempo, lo que reduciría la cuenta del tiempo asignado de manera considerable(22). Definitivamente los egiptólogos han depositado demasiada confianza en las inscripciones antiguas, pero la integridad moral de los escribas egipcios es con seguridad muy cuestionable(23)Sumado a todo esto, los trabajos de campo difieren en la metodología y en la tarea interpretativa. Mientras que Palestina, por la naturaleza de sus sitios y de sus fuentes escritas, que están relativamente intactas, se reconstruye una secuencia de acontecimientos en forma ininterrumpida y se les asignan fechas muy bajas; no sucede igual con los sitios egipcios. Estos, han sido depredados por los llamados "padres de la egiptología" e incluso antes de la invasión napoleónica asignándoles fechas muy altas El enigma del faraó Este tema ha sido fuente de controversia ¿Por qué la Biblia niega el nombre de los soberanos pero a cambio da el nombre de las parteras que asistieron al nacimiento entre otros del niño Moisés?Una de las razones, es que quizá haya habido implicaciones de orden religioso. El faraón (que significa Gran Casa), era para su teología un dios encarnado en la tierra. El halcón Horus, el amanecer, símbolo de la resurrección. Era la unión entre el cielo y la tierra. Toda su actividad cívica era vista como un rito que protegía a Maat, la justicia y la verdad(24). Es posible que exista alguna relación entre la función sagrada del faraón y el enigmático jeroglífico hallado en un papiro en Abydos, llamado "la casa de la vida"(25)En consecuencia, el nombre de los faraones llevaba implícito ya sea en su escritura como en su simbolismo, el nombre de alguna divinidad; lo que mencionarla bien podía significar reconocer su misma existencia (Y los israelitas no reconocían la existencia de ningún Dios vivo a excepción de Yahvé, las demás divinidades eran inertes, dioses de palo y piedra).
Esto se hace evidente en el nombre egipcios de algunos personajes bíblicos, como el mismo Moisés; que tiene la misma terminación de Ra-mesés, o Tut-mosis por ejemplo, pero está ausente el elemento concerniente al nombre de la divinidad(26)Sin embargo, el tetrateuco no guarda ninguna uniformidad en estos casos. Ya que esta construido de varias tradiciones muy antiguas, es posible que mientras algunas conservaron algunos nombres(mayormente de localidades como puntos de referencias), otras lo han omitido. Después de todo era una historia nacional e importaban muy poco estos detalle Cabe agregar, a propósito de lo dicho, que el encontrar nombres egipcios en los personajes del éxodo(Como Jofní, Finefás o Merarí, predominantemente en la tribu de Leví), es una prueba contundente de la relación que hubo entre los semitas y los egipcios(27).Por todo lo antes dicho, no es posible hasta el momento, relacionar a los monarcas egipcios que menciona el Génesis ni al Faraón que vivió en la época de Moisés con ningún nombre mencionado en las inscripciones. Pero ¿qué hay de Ramsés II? ¿No es acaso este el faraón que prefieren la mayoría de las obras de consulta para situarlo en dicho período? Ramsés II Exodo 1: 11, habla que los israelitas fueron obligados a trabajar en la construcción de dos emplazamientos, Piton ("Casa o templo de Atum" identificada tentativamente con Tell Rettabeh) y Ramesés ("Casa de Ramsés", San el-Hagar o Avaris, capital de los hicsos conocida en los textos griegos como Tanis).Este hecho ha animado a muchos egiptólogos a relacionar el nombre de esta construcción con el faraón Ramsés II (Dinastía XIX), basándose en las inscripciones del mismo faraón en la que afirma haber edificado una ciudad que lleva su nombre (Per-Ramsés) con mano de obra de esclavos. Sin embargo, esta identificación es sumamente dudosa, el sitio mencionado por los registros hebreos era un depósito mientras que el que menciona las inscripciones egipcias era la capital misma. Por otra parte, aunque el faraón que protagonizó el éxodo hubiera sido Ramsés II, la prueba sigue siendo irrelevante, ya que el sitio que menciona la Biblia fue edificado antes del nacimiento de Moisés(Génesis 47: 11). En consecuencia, parece que lo único que tuvieron en común el sitio bíblico y la capital de Pr-R’-ms-´sw (Per-Ramsés) fue solamente el nombre(28).Exodo 12:37, dice que Israel partió desde este sitio rumbo al Sinaí. Sin embargo, Josefo identifica a Ramesés con Letópolis, una localidad cerca de Menfis. Esto es apoyado por Estrabón quien la sitúa un poco más arriba del viejo Cairo (Estrabón XVII, 807).
EL DUELO DE LOS DIOSES
Los egipcios eran dados a borrar registros de personas o acontecimientos que no les eran favorables. El mismo Tutmosis III hizo desaparecer el nombre de la reina Hasepsut de los bajorrelieves (29). En una inscripción acerca de un consejo que el rey Kheti III (2120-2050)(30)a su hijo, decía que si no gobernaba con sabiduría " los pueblos borraran tu recuerdo y el de tus ancestros"(31). Vale decir, que no nos extraña que el relato bíblico no tenga una correspondencia en la historia del país del Nilo. En cambio, lo que sí esta corroborado por los testimonios es la penetración de grupos semitas en el delta oriental, y que constituyeron una verdadera amenaza(32).Por otra parte, el registro bíblico, no nos ayuda demasiado en cuanto a una reconstrucción de orden histórica. La naturaleza del mensaje que quiere describir, es la supremacía de su Dios "uno y verdadero" sobre los "falsos dioses de Egipto"A continuación repasaremos a modo de ejemplo, el carácter teológico que reviste al relato de Exodo y cual fue el interés principal del cronista, razón por la cual poco importó mencionar los detalles que hoy intentamos dilucidar La lucha de las serpientes: Cuando Moisés se presenta ante el faraón, convierte su vara en serpiente para demostrar sus credenciales divinas. La serpiente en Egipto, era símbolo de sabiduría que poseía el mismo rey en su corona. Ahora ésta desafía a su capacidad de gobernar, por ello sus magos también convierten dos varas en reptiles, emblema de los dos reinos, pero la serpiente de Moisés resulta más poderosa que el Alto y el Bajo Egipto, devorando a las otras.
Las plaga El Nilo se convierte en sangre: El carácter divino del río esta bien atestiguado. Para los egipcios era el dios Hapy. Diodoro Sículo (Libro I: 36, 7-12), habla de su crecida como algo maravilloso. Mientras que todos los demás ríos comienzan a decrecer en el solsticio de verano, éste es el único que empieza a aumentar su cause en ese momento, de manera tal que inunda gran parte del país(33). Por lo tanto, se celebraba el ritual de la crecida y su relación con el Dios sol. Más que un dios específico era un espíritu andrógino, aquel que orientaba y ordenaba las caóticas aguas primordiales en virtud de la conservación de la vida humana. Era el símbolo de la vida(34).Para los hebreos, la vida residía en la sangre, Yahvé salvaba mediante el derramamiento de ella en la tierra. En consecuencia, convertir el río sagrado en sangre era una bofetada al centro de la teología egipcia.Las ranas, los tábanos y los jejenes: La diosa rana Hegt y los dioses de la magia Phat y Thot no pudieron hacer nada al respecto. Maestros de la brujería, eran vistos como deidades que mantenían el orden del cosmos (35). Peste al ganado y a los hombres: Los egipcios despreciaban a los pastores, eran ganaderos por excelencia. El que sus animales fueran muertos por una peste no solo fue un golpe a su economía, sino también a los dioses Hator y Apis.Tampoco Isis, la diosa de la sanación, simbolizada por las fases lunares, como el ojo- en el mobiliario de los templos tiene correspondencia con instrumentos quirúrgicos- tampoco pudo curar a sus adoradores.Tormenta con granizo y fuego: Set, dios de la tormenta y el relámpago, era visto como una divinidad negativa enemiga de Osiris. Según los escritores antiguos era el Dios de los Hicsos, compatible con las divinidades semitas, como Baal, el dios del rayo (36). Reshpú, el controlador del fuego, no pudo ayudar a su pueblo, como tampoco Thot, el regulador del tiempo y los ciclos estacionales (37).
Plaga de langostas: Esto fue un atentado a los ciclos de las cosechas y a los dioses de la fertilidad. El dios Min, relacionado con la fecundidad de la tierra negra, se lo representa bajo el símbolo del toro (38). En Grecia era asociado con Pan, el que rapta a las mujeres o el que fecunda a su propia madre Período de oscuridad en la tierra: Esto atentó contra el poder de las divinidades solares, símbolo de lo masculino, la salud y el orden. Atacó la dualidad Amón-Ra y a la triple manifestación de Horus, Isis y Osiris, funcionando como la voluntad poderosa, el soplo vital y fenómeno brillante(39).El golpe contra la dinastía del faraón al dar muerte a su primogénito: El hijo del faraón era Horus, el disco solar alado, el astro naciente. Isis nada pudo hacer por su hijo-esposo. Tampoco Osiris pudo detener la llegada del ángel destructor de Yahvé. Hasta Anubis, el señor de la necrópolis estuvo inerte.Muerte del mismo Faraón el Mar Rojo: Los mares que circundaban el país bien amado (el mar Mediterráneo y Rojo o el Mar Grande y el Mar de Juncos, como se conocía en la antigüedad) eran vistos como la sustancia primordial donde nacían y morían las demás formas. El agua era entendida como la vida. En los textos de las pirámides (Papiro 10188 b., Museo Británico), se puede leer un himno a las aguas divinas. Es interesante notar que el ideograma del agua corriente VVV, este formado por el signo del agua V, de la luna V y de la mujer V(40), como símbolo vital.
Thot, el controlador del orden del mundo y Amón, protector de la monarquía, se demostraron incompetentes ante el poder de Yahvé sobre esta fuerza que asimiló al mismo Faraón o dios en la tierra.
Como se habrá podido observar, todo el relato esta "plagado" de un mensaje religioso, fundamentalmente que solo Yahvé es el dios vivo y verdadero y los iconos egipcios no son nada más que la personificación de las fuerzas naturales creada por el mismo dios hebreo.
El tener en cuenta esta visión religiosa, aunada a la interpretación tanto histórica como arqueológica, nos ayudará a revisar los problemas expuestos en el presente trabajo desde varias perspectivas, que hacen al cuadro más completo. Las lagunas del origen y migración del pueblo hebreo desde el país del Nilo hacia el levante como describen los textos bíblicos, como los misteriosos elementos semitas en aparecen en los anales egipcios, se resisten a dejar lo más oscuro del lugar donde están sepultados, el eterno pasado, allí es donde reposan y por ahora seguirán descansando, quizá por ello nunca dejen de fascinarnos.



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