20090308

UN BUEN LIBRO


Nació en Buenos Aires en 1966 y es descendiente de los judíos españoles expulsados en 1492. Mario Saban es teólogo, abogado y secretario de la Entesa judeocristiana de Cataluña. Autor de numerosos libros, en su última y quizás el más polémica obra, “El judaísmo de Jesús” , asegura que el Nazareno “no vino a fundar religión alguna”, que era “un fariseo” y que no hay nada en su ética que sea original. Ni siquiera “el amor a los enemigos”.
¿Por qué elige un tema y un título tan significativo para su libro? Hace muchos años comencé a estudiar los orígenes judíos del cristianismo, pero la verdad es que nunca me atreví con la figura de Jesús. Le tenía una especie de temor reverencial. Por supuesto, lo leía profundamente en el Nuevo Testamento, pero a mí me interesaba ver el desarrollo del cristianismo posterior a la desaparición de Jesús. De ahí mi primera obra del año 94, Las raíces judías del cristianismo, donde hago un análisis desde la desaparición de Jesús hasta el siglo II. Después hice otra parte de la investigación sobre el judaísmo de Pablo, y finalmente otra obra sobre el sábado en el cristianismo. ¿Por qué el cristianismo cambió el sabbat, el día del descanso sabático, por el domingo?. ¿Y quedaba el judaísmo de Jesús? Efectivamente, y hace 3 o 4 años me tomé el atrevimiento de abordar por fin a Jesús. Supe que sería difícil, pues es un personaje bastante inclasificable desde el punto de vista intelectual. Para conseguirlo, trabajé de dos formas el Nuevo Testamento: literalmente, leyendo de forma directa, y equilibrando las ideas a través de los autores y las diversas teologías. Pero no quise entrar en el terreno cristológico, con el problema del Mesías, pues siendo yo judío, advertí que lo que justamente nos divide a cristianos y judíos, es el problema de si Jesús es o fue el Mesías, es o no Dios. Me salté esa problemática para centrarme en la ética. En si la ética que Jesús postuló era una originalidad o era la misma que los judíos sustentábamos antiguamente. Porque lo que queda claro desde el principio, es que Jesús fue un judío. ¿Esencialmente, esa es su tesis, junto con la ética de Jesús? ¿Son ésas las ideas fundamentales de su obra? Sí. Jesús nació y vivió como judío, por lo tanto, alguien podría erróneamente pensar que reformó la religión judía. Pero, justamente, lo que defiendo en mi obra es que Jesús no vino a fundar ninguna religión, ni pensó que iba a originar el cristianismo. Independientemente de si tenía o no autoconciencia mesiánica. El Antiguo Testamento y la Torá, prácticamente coincide con todas las enseñanzas de Jesús. La originalidad es que las enseñanzas de 400 rabinos juntos, se encuentran todas en Jesús. Tenía un conocimiento sensacional y una memoria prodigiosa de todas las escuelas judías de la época. Y de cada una tomaba lo mejor. Por eso se vuelve inclasificable. Muchas veces decimos desde la vertiente teológica católica que en Jesús hay especificidades, originalidades concretas. Por ejemplo: el amor a los enemigos. ¿Eso era algo habitual en la ética común de aquella época? Sí. El amor a loe enemigos está en los textos de la tradición judía. No es una postura original. En Jesús podemos encontrar enseñanzas que lleguen a radicalizar la ética de la Torá. Su ética es más utópica, exige más. El sanedrín permitía a cualquier rabino radicalizar la Torá, no rebajarla, aunque algunos lo hiciesen. Con lo cual, los rabinos pudieron corregir, para arriba o para abajo, los textos de la Torá. ¿Jesús siempre hacia arriba? No, a veces también flexibilizando. La mayoría sí, hacia arriba, radicalmente. En el sabbat, por ejemplo, rebaja, ¿no es así? Sí, y esto permite ver con qué escuelas fariseas estaba conectado Jesús. Por ejemplo, la escuela de Hillel, pedía flexibilidad en las instituciones, las ceremonias, la ética… Cuando Jesús dice “el hombre no ha sido hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre”, está repitiendo las palabras de Hillel en el Talmud. También utilizó Jesús un texto de un rabino que vivió 100 años antes. ¿O sea que no hay nada de lo que conocemos de Jesús que no haya sido dicho antes por los rabinos judíos? O lo dicen los rabinos o la tradición escrita, y por lo tanto, Jesús no sólo fue judío de nacimiento, sino que todas sus fuentes eran puramente judías. ¿Por ejemplo? Por ejemplo, el tema del divorcio Jesús lo aborda desde el punto de vista de otra de las escuelas fariseas, la de Shamai, muy dura. Y admite, entonces, el divorcio, sólo en caso de adulterio. ¿Por qué la Iglesia lo prohíbe, si Jesús lo permite por adulterio? En cambio, el judaísmo no heredó la postura de Jesús y de Shamai, sino la de Hillel: flexibilidad total. Y de hecho, en el mundo judío, el divorcio está instituido religiosamente y una persona divorciada puede volver a casarse en la sinagoga. Esto mucha gente católica no lo sabe, pero es así desde la época de Moisés. Pero Jesús dice “Moisés dijo, la Torá dice, Yo os digo…”. Afirmaciones que, en la teología católica, se aducen como una superación, como un paso más allá de la ética… Bueno, yo demuestro en una obra sobre la tradición oral hebrea que hay muchos rabinos que dicen “Yo os digo”. Y nadie se inmutó, nadie creó una nueva religión por esto. Todas las excusas de originalidad que el cristianismo necesitó para la independencia de la religión madre, que era la judía, se analizan en el siglo II, pero hasta entonces, los seguidores de Cristo no eran conscientes de estar formando una nueva religión. Seguían a un rabino radical, excelente, que incluso da luz a la interpretación de la Torá de los judíos actuales… pero esto no quiere decir que se formara una “ley de Cristo”, independiente de la Ley de Moisés. Sólo en el siglo II se plantearon: ¿Cómo hacemos para independizarnos de Jerusalén? ¿El que “inventa” el cristianismo es Pablo? No lo inventa totalmente, pero permite crear un movimiento diferente del mundo judío. Es decir, no es su propia teología, sino las consecuencias de su teología, las que dan lugar a la desvinculación de Jerusalén de los gentiles seguidores de Jesús. En contra de lo que quería Pedro. Sí, y también seguramente en contra de lo que quería Jesús. Jesús criticó a los fariseos que van a buscar un prosélito por mar y tierra, y Pablo, que era fariseo hijo de fariseos, justamente hizo esto que Jesús criticó: buscar prosélitos por mar y tierra. ¿Qué diferencias hay entre la ética de Jesús y la de Pablo? Creo que la ética de Jesús es la misma que la de Pablo. Sólo que Pablo incorpora diferencias culturales del mundo helénico. Pablo hablaba griego, estudió, podría decirse que había ido a la universidad…Su auditorio era la élite judía del Imperio Romano, no los pobres galileos que andaban por ahí. Jesús iba al pueblo. Por eso a Pablo le cuesta más convencer al auditorio de Atenas de la idea de la resurrección. Cuando intenta desde el Areópago convencer a los griegos de esto, lo toman por loco. ¿Quiénes son, entonces, los primeros que lo entienden? Los judíos que vivían en Grecia. Por eso son los que dicen ¡Jesús resucito! Porque existía ya en el marco de la teología judía la idea de la resurrección. Por lo tanto, si estos judíos pudieron convencer a los paganos, fue trasladando esta idea. En su libro aborda el tema de Jesús como un simple rabino, no como el Hijo de Dios y de María la Virgen. Yo sólo trato el tema ético, porque en cuestiones de fe cada uno tiene su verdad. No existe una verdad absoluta científica sobre si fue el Mesías o no. Los teólogos alemanes están discutiendo si tuvo autoconciencia o no… Pero mi libro, al llegar a ese límite, se para. Como judío, yo puedo acercarme sólo a que Jesús fue un rabino y un profeta. También entro en las parábolas del Reino, que son casi mesianología obligada. Es decir, cómo un judío del siglo I entendía lo que es el Reino de Dios. Y es tan complejo el tema, que ningún cristiano de a pie, es más, ni de la jerarquía, ni tampoco del ámbito de la Teología, puede descifrar conceptualmente qué es el Reino. Te dirían que es un reino espiritual, para lavarse las manos del problema de si los primeros seguidores vieron a Jesús como un Mesías nacional. Pues, en ese caso, habría que formular al grupo de Jesús con tendencias políticas. De hecho, la única pregunta que le hacen a Jesús después de resucitado, en los Hechos de los Apóstoles, es: ¿Cuándo restaurarás el reino de Israel? Es decir, sus primeros seguidores no le dicen “¿Cuándo vas a crear un mundo de paz y amor?”. Y a oídos de Roma, “¿Cuándo restaurarás el reino de Israel?”, es una rebelión político-militar contra el imperio. Un Mesías revolucionario. Para el mundo judío del siglo I, Mesías es revolución. De ahí se puede entender por qué lo matan en la cruz. En cambio, para Pablo, se sacrifica por los pecados del mundo. Pero esto es una concepción post-pascual, post-Jesús. Así que si nadie define el Reino desde el punto de vista material, sólo desde el espiritual, tenemos un problema en la teología tanto judía como cristiana, que es saber a qué se refería Jesús al hablar del Reino. ¿Quién mata a Jesús? Los romanos, con la alianza de la élite judío-saducea del templo de Jerusalén. Con los colaboracionistas de Roma. Judíos corruptos. Sé que en tu libro no entras en cuestiones históricas, pero no me resisto a preguntarte. ¿Existió realmente Jesús? ¿Hay pruebas de su existencia real? Yo te diría que sí. Estoy convencido 100%, después de haber estudiado tanto a Jesús. Porque si su ética ya preexistía, es obvio que Jesús conocía las tradiciones anteriores. Si se llamaba así o de otra manera, es secundario. Pero lo que sí es seguro es que sus enseñanzas son claramente de un rabino del siglo I. Y por ahí es por donde se puede ver su historicidad, desde sus discusiones, propias de un rabino que conocía la teología de la época. Decir que Jesús no existió es ridículo. Un rabino como él tuvo que haber existido, se llamase como se llamara. Porque todas sus enseñanzas están enganchadas con la época. ¿Historiográficamente no existe nada? Si se plantea la historicidad de Jesús, entramos en un problema más gordo: el de la historicidad de la Biblia entera. ¿Qué prueba tenemos de que existió Moisés, o David, o Pablo? Ninguna. ¿Necesitamos fuentes paralelas para saber que la Biblia es real? En ese caso, tenemos los rollos del Mar Muerto, que nos dan una perspectiva de una historicidad manifiesta de ciertos personajes. ¿Está probado que Jesús estuvo conectado con el mundo esenio? Estoy convencido de que tuvo que tener contacto. Por sus enseñanzas, que conectan directamente con los esenios. Por ejemplo, el encuentro con el joven rico que quiere ser perfecto, al que dice que entregue todos sus bienes a los pobres. Esto lo pedían los esenios. Los fariseos solo exigían el diezmo, que los judíos siguen exigiendo hoy, que pasó a la Iglesia y también al mundo protestante. Además, los esenios eran apocalípticos inminentes, decían “viene la redención”. Y Jesús dijo que el Reino estaba cada vez más cerca. Los fariseos no tenían esa idea de que el Reino estaba tan presente. Y la tercera prueba que lo conecta con los esenios es Juan el Bautista, su propio primo. Y él, indudablemente, era esenio, pues existe un paralelismo entre los alimentos que el Nuevo Testamento dice que comía Juan el Bautista y los alimentos que dicen los rollos del Mar Muerto que comían los esenios. Por tanto, hay conexión entre Jesús y los movimientos esenios. Aunque no les sigue, por ejemplo, en la postura de meterse en una cueva a orar a Dios, sino que, por el contrario, sale a campo político, a predicar. Y no en el Mar Muerto, sino en Galilea. Así que el área de acción de Juan y de los esenios es diferente de la de Jesús.
¿Cómo definiría, pues, a Jesús? Si tuviera que definirlo diría que Jesús es un fariseo, pues lo llaman “rabí”, como llamaban a los maestros fariseos, y además cree en la resurrección. ¿Y por qué discute tanto con los fariseos? Porque en general se discute siempre con la familia, con los más cercanos. Entre los fariseos el gran debate era cómo interpretar mejor la Torá. Querían llegar al núcleo, y cuanto más discutieran, más se acercarían. En cambio, en la cristología del siglo II se desmonta toda la historia para el debate del libre pensamiento judío del siglo I, y se dice que los fariseos fueron los enemigos de Jesús que prácticamente lo llevaron a la muerte. Pero esto no tiene sentido, porque los fariseos no tenían poder ni ante Roma ni ante el sanedrín. Está claro que Jesús estaba fundando una escuela farisea diferente a las demás, pero muchos fariseos lo apoyaban. ¿Cómo ve en este momento la relación del Vaticano, Benedicto XVI, con el rabino Neusner? ¿Qué opina de la eventual beatificación de Pío XII? En primer lugar, el eje central es Juan XXIII. Con él se produce en la Iglesia un cambio radical con respecto al tema judío. Aunque lo que él aprobó en el Concilio Vaticano II no ha llegado todavía a España. En cambio, en Roma sí hay un espíritu mucho más abierto al diálogo, más liberal. Juan pablo II indudablemente también dio muchísima fuerza al diálogo. Su visita a Israel, su rezo ante el muro… Y el reconocimiento del holocausto judío en Europa. Sí, Juan pablo II avanzó mucho en este sentido, aunque yo entiendo que para muchos católicos fuera un Papa conservador internamente. Pero en diálogo interreligioso avanzó muchísimo. Como dices, incluso pidió perdón ante el Muro de los Lamentos por los errores de la Iglesia: Inqusición, cruzadas…Esto fue un acercamiento muy grande. Del lado judío el acercamiento se complica puesto que no tenemos jerarquías. Pero sí que hay cada vez más autores judíos como yo, que nos acercamos a la figura de Jesús y al cristianismo primitivo. Y ese acercamiento intelectual es también apertura al diálogo. ¿Cómo se siente un sefardí en España? ¿Es España antisemita? Hay problemas, resquemores, muchos siglos de incomprensión. Esto no se termina de un día para otro. La imagen en España del judío usurero, del judío que tiene dos cuernos y un rabo, que sólo sigue en España, por otra parte. Y esta imagen, que no se tiene, por ejemplo, en Italia, hay que combatirla. Es una especificidad antijudía de España, que muchas veces se hace por inercia, sin intención. ¿Es un tópico? Sí. Por ejemplo, muchas personas dicen “judiada” en su vocabulario. Y seguramente no lo hagan adrede, porque hay siglos tras este tópico. A lo que se añade la falta de existencia física de judíos en España, pues tras la expulsión de 1492 y hasta el siglo XX, los judíos no volvimos a mostrarnos libremente en España. Francia, Alemania… hasta la propia Roma, con su papado, tuvo judíos durante toda su historia. No fue así en España. ¿La beatificación de Pío XII puede ser un obstáculo en el acercamiento? Yo creo que sí, porque no queda clara cuál fue su posición. ¿Interpretáis que, al menos, fue el Papa que guardó silencio? La problemática es si hubiera podido hacer más o no. Si los nazis lo hubieran matado. Si él no habló para sobrevivir como institución, o si, como dice la Iglesia, hizo mucho, pero por debajo de la mesa. Desde Roma dicen que no hizo más, porque podía haber represalias más fuertes por parte del Tercer Reich contra los judíos. Más de lo que pasó ya era prácticamente inimaginable. Además, no me queda clara la posición que tenía él dentro de la Iglesia. La Iglesia es una institución y muchas veces no se sabe bien hasta dónde llega la autonomía del Papa. Y en la Segunda Guerra Mundial todavía hay una Iglesia antisemita dentro de Europa. Hay que ver a Pío XII desde la Iglesia de los años 30, donde quedaban restos del antijudaísmo medieval, donde todavía no existía dialogo. Tras analizar en profundidad a Jesús como un rabino, ¿le seduce su figura? Sí, a mi Yoshua me seduce muchísimo. Como judío del siglo I, yo le hubiera seguido. A un cristianismo del siglo II, paganizado, no hubiera entrado, pues mi judaísmo me lo impediría, pero como judío del siglo I me queda muy claro que ese nivel de oratoria, de entrar en la ética de forma directa, me hubiera seducido. Claro que sí. El judaísmo de Jesús, que se distribuye en España desde el 1 de diciembre en todas las librerías. Puede consultarse también en la pagina web http://www.eljudaismodejesus.com/index.php
«Tal vez Sabán acaba de establecer un importante puente entre judaísmo y cristianismo» JAIME VÁZQUEZ ALLEGUE. 11/1/2009 I Publicado en El Manuscrito del Mar Muerto (blog Religión Digital). «Que Jesús fue judío no lo duda nadie. La historia, sin embargo, ha focalizado la visión de Jesús de Nazaret a través del Cristo de la fe desde una categoría muy alejada del judaísmo».
Que Jesús fue judío no lo duda nadie. Que su familia, amigos y discípulos también lo eran no lo cuestiona ni el más crítico de los críticos. Que los evangelistas eran judíos lo ponen en evidencia sus escritos. Que Pablo de Tarso era judío y además fariseo, no hay más que ver lo que hace para caer en la cuenta de su cambio de vida. No hay ningún personaje del Nuevo Testamento de los que se consideran seguidores de Jesús o primeros cristianos que no fuera judío. Hasta los griegos que aparecen en los relatos evangélicos forman parte de un estado especial que pertenece al judaísmo de la época. Las primeras generaciones de comunidades cristianas seguían audodenominándose judíos. En realidad, los romanos que se dedicaban a perseguir a los judíos, persiguieron a los cristianos por ser una secta del judaísmo. Por todo ello y mucho más que no viene al caso, el Jesús histórico, fue un judío coherente y consecuente que vivió el judaísmo de su época.
La historia, sin embargo, ha focalizado la visión de Jesús de Nazaret a través del Cristo de la fe desde una categoría muy alejada del judaísmo. Durante siglos, hablar de Jesús era oponerse frontalmente al judaísmo a quien desde los primeros siglos se responsabilizó de su muerte. De esta forma, judaísmo y cristianismo han viajado a lo largo de la historia de forma paralela como dos religiones autónomas. Tuvo que llegar la modernidad y los primeros estudios neotestamentarios del siglo XIX para recordar que Jesús era un judío de su época. Todos recordarán los primeros estudios cristológicos sobre Jesús de Nazaret que dieron lugar al nacimiento de un género literario (también teológico) que se conoció como “vidas de Jesús”. Algunos de los primeros que lo intentaron quisieron elaborar descripciones tan detalladas de la vida de Jesús que terminaron rozando los límites que separan la ortodoxia de la heterodoxia cristiana. Ernest Renán (1823-1892) es un ejemplo con su “vida de Jesús” como una disciplina de la reflexión teológica. El intento le costó la cátedra teológica y el papa Pío IX le puso el sobrenombre de “blasfemo europeo”. Uno de los más recientes analistas de la figura histórica del judío de Nazaret es el Papa Benedicto XVI en una apuesta por mantener viva su vocación teológica. Su visión del judío histórico nos trae a la memoria las suculentas y magnas obras de la mitad del siglo veinte que desde las escuelas alemanas (católicas y protestantes) dieron lugar al desarrollo más importante de la generación de vidas de Jesús. Aquellos intentos consiguieron que la figura de Jesús de Nazaret resultase más cercana y estuviese al alcance de todo el personal. Las vidas de Jesús el judío de Nazaret pasaron a ser un intento de perfeccionar (sin menospreciar) las lagunas de los evangelistas que lejos de elaborar vidas del judío en el sentido biográfico, se limitaron a plasmar por escrito el mensaje de la buena noticia del que fueron testigos los primeros cristianos.
Las vidas de Jesús, además de acercar al leguaje popular al Cristo de la fe, provocaron el nacimiento de una nueva forma de leer la Biblia en la que por primera vez se unía el Antiguo Testamento (Biblia Hebrea) con el Nuevo Testamento. El Cristo de la fe tenía una dimensión judía humana, racional y natural que se denominó, desde el primer momento, Jesús histórico o Jesús de la historia, con todo lo que ello quiere decir.
Hablar del Jesús judío no quiere decir -por extensión- silenciar u ocultar la dimensión divina de su figura, esto es, el Cristo de la fe. Al contrario, el Jesús judío es la mirada más antigua que se ha hecho del resucitado desde el primer momento después de la Pascua. Aquellas mujeres judías que se acercaron a la tumba buscaban al hombre de Nazaret, el judío de carne y hueso, el que había sido clavado en la cruz, el que decían que tenía barba, cabellos largos y todo lo demás. Sin embargo, se encontraron con el Cristo de la fe, el que no se reconoce a simple vista, el que resplandece y tiene otra voz. Lo mismo le sucedió -unos días después- a algunos de los discípulos (también judíos) que tenían dificultades para ver en el resucitado al judío que habían conocido.
Seguramente el Concilio Vaticano II sea el origen de nuevas lecturas e interpretaciones de la figura del Jesús de la historia como judío. Por esa razón, desde hace casi medio siglo, el estudio sobre la figura de Jesús no se reduce únicamente al que realizan los teólogos y exégetas cristianos (católicos, ortodoxos y protestantes) sino que Jesús es visto por el judaísmo de una manera diferente. Tal vez sea una cuestión de análisis en profundidad, pero tengo la sensación de cuanto más se acerca el mundo cristiano en sus estudios al Jesús judío, en la misma proporción el judaísmo se acerca a Jesús como uno de los suyos.
En la actualidad, el judaísmo habla de Jesús de Nazaret como un judío que vivió en el siglo primero de la era cristiana, que formaba parte del judaísmo activo de la época, que algunos identificaron como el mesías anunciado por los profetas y después de su muerte en el patíbulo romano de la cruz algunos de sus discípulos comenzaron a creer en su resurrección. Hace unos meses, hablando con Rabí Israel Garzón de la Sinagoga de Madrid me decía que la imagen de Jesús que describen los evangelistas es una clara descripción de lo que era un rabino de la época. Por eso, en la actualidad, muchos judíos consideran a Jesús un rabino destacado.
Tengo en mis manos un libro que analiza con rigor la figura de Jesús de Nazaret como judío de su época. Mario Javier Sabán es un judío que lleva muchos estudiando la figura de Jesús desde el judaísmo de la época de dominación romana. Sabán acaba de publicar una obra de más de seiscientas páginas llenas de imágenes sugerentes, análisis detallados y estudios rigurosos. Con toda seguridad esta obra se ha convertido en uno de los estudios sobre Jesús más importantes para el judaísmo actual. Su intento de relacionar toda la antigua tradición del pueblo de Israel con las enseñanzas rabínicas de Jesús de Nazaret lo llevan a estudiar tanto los discursos, los milagros, las parábolas y las interpretaciones del Rabí Yeshua (Jesús de Nazaret) a la luz de la tradición oral del judaísmo y de la tradición escrita de la Biblia Hebrea. La obra de Mario Sabán condensa la larga tradición de análisis cristiano sobre Jesús y la dimensión midrásica de un judaísmo contemporáneo que estudia la Biblia. Su trabajo es un verdadero regreso a los orígenes judíos de Jesús que han permanecido ocultos durante dos mil años. En este sentido, el trabajo de Sabán era algo esperado por el cristianismo desde hace décadas. ¿Qué dicen los judíos sobre Jesús de Nazaret? Quizás algunos autores fueron preparando el terreno a Mario Sabán: S. Ben-Horin, discípulo de M. Buber publicó Hermano Jesús. El Nazareno desde una perspectiva judía (2003). D. Flusser abrió el estudio con sus obras El cristianismo una religión judía (1995); Die rabbinischen Gleichnisse und der Gleichnisserzähler Jesus (1981). D.A. Hagner con su The Jewish Reclamation of Jesus: An Analysis and Critique of the Modern Jewish Study od Jesus (1984). También hay que destacar a P. Lapide, Der Rabbi von Nazaret. Wandlungen des jüdischen Jesusbildes (1974). Así como a E. Levine y su trabajo Un judío lee el Nuevo Testamento (1980); J. Neusner, A Rabbi Talks with Jesus. Sin olvidar al mítico G. Vermes y su Jesús el judío (1977).
Mario Sabán ha conseguido ofrecer un estudio ágil, claro y fácil de leer de una cristología judía que todavía está por hacer. El trabajo de Sabán es un punto de partida, un referente que ha de ser tenido en cuenta en los futuros estudios tanto cristianos como judíos sobre Jesús de Nazaret. Desde estas líneas queremos felicitar a Mario Sabán por este trabajo. Recomendamos la obra para su letura detenida a teólogos y exégetas cristianos. Tal vez, sin ser consciente de ello, Sabán acaba de establecer un importante puente entre el judaísmo y el cristianismo que puede abrir las puertas a futuros trabajos en conjunto. De ser así, la obra de Mario Sabán adquiere una importancia mayor que todavía está por reconocer.
Leer en Los Manuscritos del Mar Muerto .
«Este libro demuestra el gran amor de Jesús por su pueblo y por la Torá»
IVÁN MALDONADO. 27 de diciembre de 2008.«Lo que nos muestra Sabán en su magnífica obra es al Jesús hebreo, a un rabino brillante, un judío entre judíos, más allá de nuestras creencias personales». Qué puedo decir de esta apasionante obra, sin duda alguna queda demostrada ampliamente y como dice el título, El judaísmo de Jesús, algo que todo judío y todo cristiano deberíamos tener presente. Yo, como cristiano, llegué a las obras de mi amigo Mario Sabán (Raíces judías del cristianismo, El judaísmo de San Pablo, El Sábado hebreo en el cristianismo y, recientemente, El judaísmo de Jesús) precisamente por todos los elementos judaicos que encontré leyendo los evangelios; sin tener presente su matriz judía y el pensamiento judío del siglo I, es muy difícil entenderlos. Y así es como nos encontramos con la exégesis de millones de autores mostrándonos un Jesús romano, griego o multirracial, algo absurdo y contradictorio que nos priva de la esencia del mismo Jesús, y que me ha dejado a mí, como cristiano y seguidor de Jesús, esta experiencia, amar lo que amó Jesús: su pueblo, su Tora y su Dios, nuestro Dios.
Y con respecto a los lectores judíos, lo que este libro demuestra es el profundo amor por su pueblo y por la Tora que Jesús tiene, algo que deberían haber entendido muchos siglos antes los que han perseguido, injustamente, a los judíos en su nombre, algo totalmente opuesto a lo que Jesús predicó. Él mismo dice que serán perseguidos a causa de su nombre, pero nunca que perseguirían a otros en nombre suyo, mucho menos su pueblo al que el tanto amó. Eso es lo que nos muestra Sabán en su magnífica obra, al Jesús hebreo, a un rabino brillante, un judío entre judíos, más allá de nuestras creencias personales. Yo creo que un velo se ha descubierto ante nuestros ojos y, como dije al principio, ningún cristiano ni judío debe dejar de leer este libro.

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