20090302

LA TEORIA K2H


Kadesh tiene varios énfasis en la raíz intensiva. Primero, puede tener la connotación de «declarar santo» o sea declarar que el objeto o la persona sirve exclusivamente para celebrar la gloria de Dios. En Gn 2.3 (rva: primera mención del término en la Biblia) «Dios bendijo y santificó el séptimo día, porque en él reposó de toda su obra de creación que Dios había hecho». Un significado similar del vocablo se encuentra en los Diez Mandamientos: «Acuérdate del día del sábado para santificarlo» (Éx 20.8 rva). Israel debe recordar el sábado manteniéndolo santo, alabando la persona de Dios y adorándole en la forma en que Él lo indica. Con un matiz un tanto diferente, «santificar» un día especial significa proclamar que es «santo» y que todo el pueblo se compromete a guardarlo debidamente. El mismo sentido puede aplicarse también a los días sagrados paganos: «Santificad un día solemne a Baal. Y ellos convocaron» (2 R 10.20). En Jl 1.14 el verbo indica los días sagrados en Israel: «Proclamad ayuno, convocad a asamblea». El verbo, en este contexto, pasa a significar «declarar» y «prepararse». A veces, con este mismo sentido, el verbo se refiere a la guerra: «Anunciad [«preparad» lba] guerra contra ella» (Jer 6.4; cf. Miq 3.5). Aún los paganos declaran guerra santa: «Alzad bandera en la tierra, tocad trompeta en las naciones, preparad pueblos contra ella» (Jer 51.27).
Esta raíz puede indicar que personas u objetos han sido consagrados exclusivamente a Dios: «Conságrame todo primogénito; todo el que abre la matriz entre los hijos de Israel, tanto de los hombres como de los animales, es mío» (Éx 13.2 rva). El primogénito de toda bestia debía ofrecerse a Dios como ofrenda al templo o en sacrificio (Éx 13.12–13). Un hijo primogénito podía redimirse [rescatarse o comprarse] del Señor (Nm 18.15–16) o bien donarse al templo (1 S 1.24).
kidesh puede también usarse en el sentido de hacer algo o alguien cúlticamente puro y reunir todos los requerimientos de Dios en cuanto a pureza en las personas o cosas usadas en el culto formal a Dios. Esta acción aparece en Éx 19.10 (rva), donde Dios dice a Moisés: «Vé al pueblo y santifícalos hoy y mañana, y que laven sus vestidos». Una vez consagrado, el pueblo podía entrar en la presencia de Dios. En un sentido similar el verbo significa «apartar a una persona para el servicio divino». Aunque en estos casos el énfasis principal es cúltico, también hay matices ético-morales. Por eso Dios ordena a Moisés que los artesanos hagan una vestimenta especial para Aarón: «Harán las vestiduras sagradas para tu hermano Aarón y para sus hijos, a fin de que me sirvan como sacerdotes» (Éx 28.4 rva). Cuando se hacía la consagración, rociaban a Aarón y sus hijos con la sangre de la expiación. Tal ofrenda requería la confesión de pecados y el sometimiento a un sacrificio sustitutivo (aunque tipológico. O sea que el vocablo, con este sentido, describe el paso necesario que antecede a la ordenación del oficio sacerdotal.
kodesh también tiene que ver con la consagración de objetos para ubicarlos en una condición de pureza ritual y cúltica, dedicados al servicio único de Dios en el culto (Éx 29.36; Lv 16.19). En algunos casos, la consagración de objetos a Dios no requiere ninguna acción, solamente aislarse de ellos. Este es el caso con el monte de la Ley. Moisés reconoce ante Dios que «el pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has ordenado diciendo: Señala límites al monte y santifícalo» (Éx 19.23). En Is 29.23–24 (rva) el verbo significa «reconocer que Dios es santo», la única y verdadera fuente de verdad, y vivir de acuerdo a sus leyes: «Porque sus descendientes [de Jacob], al ver en medio suyo la obra de mis manos, santificarán mi nombre. Santificarán al Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel. Los extraviados de espíritu conocerán el entendimiento, y los murmuradores aprenderán la lección». En Ez 36.23 qadash indica «demostrar que uno es santo», o «demostrar y defender su santidad».
En la raíz causativa el vocablo se refiere a «ofrendar para uso divino»: «Estará sobre la frente de Aarón, y Aarón cargará con la culpa relacionada con las cosas sagradas que los hijos de Israel hayan consagrado» (Éx 28.38 rva). Entregar algo a Dios también se indica por medio de qadash. Los sacerdotes celebraban una ceremonia de consagración cuando alguna persona decidía ofrendar algo suyo a Dios: «David también consagró [los vasos] a Jehová» (2 S 8.11). En Lv 27.14ss hay una lista de varios objetos que se podían ofrendar a Dios y luego redimirlos con pagos sustitutivos. En Nm 8.17 (rva) Dios equipara «consagrar» con matar a los primogénitos de Egipto: «El día en que yo hice morir a todos los primogénitos en la tierra de Egipto, los consagré para mí».
Cuando Dios consagra algún objeto o persona puede significar que Él los acepta para su servicio: «He santificado esta casa que has edificado para que yo ponga allí mi nombre para siempre» (1 R 9.3 rva). Con un matiz más enfático, el término es un correlativo de elección lo cual indica que Dios designa a alguien para su servicio: «Antes que salieses de la matriz, te consagré y te di por profeta a las naciones» (Jer 1.5 rva; cf. 12.3). El verbo también significa «preparar para acercarse a Dios: Jehovah ha preparado un sacrificio y ha escogido a sus invitados» (Sof 1.7 rva). Puesto que en este versículo «preparar» y «escoger» conforman un paralelismo, «escoger o consagrar» indica también «preparar». En Nm 20.12, «creer» y «santificar» también son correlativos; Moisés no acató la exigencia divina de perfecta obediencia al no cumplir con las órdenes de Dios (cf. Is 8.13).

kodesh (vdeqo), «cosa santa». Este sustantivo, que se encuentra unas 470 veces en hebreo bíblico, también aparece en ugarítico. Durante todos los períodos del hebreo bíblico refleja varios de los significados verbales que hemos visto. Primero, qodesh se aplica a objetos y personas que pertenecen a Dios. Todo Israel es «santo», apartado para el servicio de Dios, con el deber de demostrar esta separación manteniendo la distinción entre lo que es santo (permitido por Dios) y lo que es impuro (Lv 10.10).
El vocablo también indica la condición de lo que se ha dedicado al uso especial del pueblo de Dios (Is 35.8). En un sentido estrecho se usa para referirse a lo «sagrado» o algo separado para el uso en el templo (uso cúltico). Así, el término describe las vestimentas sacerdotales (sagradas; Éx 28.2). Puede referirse a objetos sagrados que se han ofrendado al señor (para usarse en el santuario y/o por los sacerdotes y levitas; Éx 28.38), así como a objetos sagrados que solo sacerdotes y levitas podían usar (Éx 29.32–33). En algunos casos las ofrendas dedicadas (sagradas) pueden ser para otros según la orientación de Dios (Dt 26.13). Con sentido similar qodesh describe los objetos sagrados que se han designado para sacrificio y culto ritual (Éx 30.25; Lv 27.10). Israel debe apartar ciertos días sagrados (los sábados) exclusivamente para el culto divino, descanso del trabajo (Éx 20.10), descanso en el Señor (Dt 5.14) y convocatorias santas (Éx 12.16).
kodesh puede ser el resultado de una acción divina. Designa una persona, lugar o cosa como suyo (Éx 3.5: primera mensión del término), o sea, separado y único. Es más, Dios designa a su santuario como un Lugar Santo. La parte exterior del santuario es el Lugar Santo y la interior el Lugar Santísimo (Éx 26.33), y el altar es un lugar muy santo. Todo esto indica que en diversos grados estos lugares se identifican con el Dios santo (2 S 6.10–11). Aquel que odia y se mantiene aparte de todo lo que sea muerte o que se asocia con la muerte e idolatría (Ez 39.25). Este vocablo también se usa pocas veces para describir la santidad majestuaosa de Dios, que Él no tiene igual e imperfección alguna (Éx 15.11). En al menos un pasaje se enfatiza la santidad de Dios en términos de poder (Jer 23.9).
El nombre mikdash, aparece en hebreo bíblico unas 74 veces, se encuentra también en arameo y en hebreo posbíblico. El término significa «lugar sagrado» o «santuario», un espacio dedicado por los hombres bajo la dirección de Dios y con su aprobación como el lugar en que Él se encuentra con ellos y recibe su adoración (Éx 15.17: primer uso del término).
El sustantivo qadesh, se encuentra 11 veces en el hebreo bíblico, se refiere a una «prostituta o prostituto» sagrado (Gn 38.21: primer caso bíblico). La prostitución cúltica masculina era sinónima de homosexualidad (1 R 22.46). Este sustantivo se encuentra en el Pentateuco en todos los períodos de la literatura histórica y en Oseas y Job.

Santo
Adjetivo
kadoÆsh (v/dq;), «santo». Las lenguas semíticas tienen dos formas originales de la raíz que son distintas. Una significa «puro» y «consagrado» como en el acádico kadistu y el hebreo kadesh («santo»). La palabra describe algo o alguien. La otra quiere decir «santidad» como una circunstancia o como un abstracto, de la misma manera que en arábigo al-kaddus («lo más santo o puro»). En hebreo el verbo kidesh y la palabra kadesh combinan ambos elementos: descriptivo y estático. La comprensión tradicional de «separado» es solo un significado derivado y no el principal.
kadoÆsh es importante en el Pentateuco, en los escritos poéticos y proféticos, y se encuentra poco en la literatura histórica. El primero de 116 casos se encuentra en Éx 19.6 (rva): «Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa».
En el Antiguo Testamento kadoÆsh tiene una fuerte connotación religiosa. En uno de sus sentidos el vocablo describe un objeto, lugar o día como «santo», en el sentido de «dedicado» a un propósito especial: «Luego tomará el sacerdote del agua santa en un vaso de barro» (Nm 5.17).
En particular, el sábado se ha «dedicado» como un día de descanso: «Si apartas tu pie por respeto al sábado, para no hacer tu capricho en mi día santo; si al sábado llamas delicia, consagrado a Jehovah y glorioso; y si lo honras, no haciendo según tus propios caminos ni buscando tu propia conveniencia ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehovah» (Is 58.13–14 rva). Esta prescripción se basa en Gn 2.3, donde el Señor «santificó» o «dedicó» el sábado.
Dios dedicó a Israel para que fuera su pueblo. Son «santos» por su relación con el Dios «santo».
En cierto sentido, todo el pueblo es «santo» por ser miembros de la comunidad del pacto, independientemente de su fe y obediencia: «Y se juntaron contra Moisés y contra Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?» (Nm 16.3). Dios se propuso que esta nación «santa» fuera un sacerdocio real «santo» entre las naciones (Éx 19.6). Sobre la base de una íntima relación, Dios esperaba que su pueblo cumpliera con sus elevadas expectativas para ellos, demostrando que era una una nación «santa»: «Me seréis santos, porque yo, Jehovah, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis mios» (Lv 20.26 rva).
Los sacerdotes fueron escogidos para servir en el Lugar Santo del tabernáculo o templo. Por su función de mediadores entre Dios e Israel y por su cercanía al templo, Dios los dedicó al oficio sacerdotal: «Serán santos para su Dios y no profanarán el nombre de su Dios; porque ellos presentarán las ofrendas quemadas, el pan de su Dios; por tanto, serán santos. El sacerdote no tomará mujer prostituta o privada de su virginidad. Tampoco tomará mujer divorciada de su marido, porque él está consagrado a su Dios. Por tanto, lo tendrás por santo, pues él ofrece el pan de tu Dios. Será santo para ti, porque santo soy yo, Jehovah, que os santificó» (Lv 21.6–8 rva). Aarón, el sumo sacerdote, era «el santo del Señor» (Sal 106.16 lba).
El Antiguo Testamento clara y enfáticamente enseña que Dios es «santo» moralmente (Lv 11.44) y en poder (1 S 6.20). Es el «santo de Israel» (Is 1.4), «Dios santo» (Is 5.16) y «el Santo» (Is 40.25). Su nombre es «Santo»: «Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados» (Is 57.15). La declaración negativa: «No hay santo como Jehová, porque no hay ninguno aparte de ti; no hay roca como nuestro Dios» (1 S 2.2 rva), señala que Él es «santísimo» y que nadie es tan «santo» como Él. Algunas pocas veces qadoÆsh se aplica a seres no humanos, alejados de este mundo y dotados de gran poder (Job 5.1; Dn 8.13). Los ángeles del séquito celestial son «santos»: «Y el valle de los montes será rellenado, porque el valle de los montes llegará hasta Azal. Y huiréis como huisteis a causa del terremoto que hubo en los días de Uzías, rey de Judá. Así vendrá Jehová mi Dios, y todos sus santos con Él» (Zac 14.5 rva). Los serafines proclamaban el uno al otro la «santidad» de Dios: «Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria» (Is 6.3).
En la Septuaginta el término hagios («santo») representa el vocablo hebreo
KADOSH - K2H

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