20090309

CHINA EL PUEBLO HEBREO



El pueblo judío y el pueblo chino tienen en su origen libros muy antiguos, y han probado a lo largo de la historia – cada uno a su manera - que lo más importante es transmutar los egoísmos de los individuos y de las facciones sociales en identificaciones colectivas. Esto es probablemente lo que justifica la perennidad de sus culturas respectivas, y que tengan un papel preponderante en la escena internacional del siglo XXI. Las diferencias entre ellos son profusas; pero sus coyunturas eventuales, asaz significativas. De la permanencia de los judChina's Jewish communities have been ethnically diverse ranging from the Jews of Kaifeng and other places during the history of Imperial China, who, it is reported, came to be more or less totally assimilated into Chinese culture, to 19th and 20th century Baghdadis, to Indians, to Ashkenazi Jews from Europe.
The presence of a community of Jewish immigrants in China is consistent with the history of the Jewish people during the first and second millennia CE, which saw them disperse and settle throughout the Eurasian landmass, with an especial concentration throughout central Asia[2]. By the ninth century, ibn Khordadbeh noted the travels of Jewish merchants called Radhanites, whose trade took them to China via The Silk Road through Central Asia and India.
During the period of international opening and quasi-colonialism, the first group to settle in China were Jews who arrived in China under British protection following the First Opium War. Many of these Jews were of Indian or Iraqi origin, due to British colonialism in these regions. The second community came in the first decades of the 20th century when many Jews arrived in Hong Kong and Shanghai during those cities' periods of economic expansion.
Many more arrived as refugees from the Russian Revolution of 1917. A surge of Jews and Jewish families was to arrive in the late 1930s and 1940s, for the purpose of seeking refuge from the Holocaust in Europe and were predominantly of European origin. Shanghai was notable for its volume of Jewish refugees, most of whom left after the war, the rest relocating prior to or immediately after the establishment of the People's Republic of China.
Over the centuries, the Kaifeng community came to be virtually indistinguishable from the Chinese population and is not recognized by the Chinese government as a separate ethnic minority. This is as a result of having adopted many Han Chinese customs including patrilineal descent, as well as extensive intermarriage with the local population. Since their religious practices are functionally extinct, they are not eligible for expedited immigration to Israel under the Law of Return unless they explicitly convert.
Today, some descendants of Jews still live in the Han Chinese and Hui population. Some of them, as well as international Jewish communities, are beginning to revive their interest in this heritage. This is especially important in modern China because belonging to any minority group includes a variety of benefits including reduced restrictions on the number of children and easier admission standards to tertiary education.
The study of Judaism in China has been, like other Western religions, a subject of interest to some Westerners, and has achieved moderate success compared to other western studies in China.íos en China, han quedado algunas claves importantes. Enriko Peker Reininger .2009 Neguev.

INTRODUCCION.

Los judíos de Kaifeng son los miembros de una pequeña comunidad judía que ha existido en la ciudad de Kaifeng (provincia de Henan) durante siglos. Aunque los judíos en China moderna se han llamado tradicionalmente a sí mismos youtai (犹太, de Judá) en mandarín la comunidad era conocida por sus vecinos chinos han como miembros del Tiaojiaojin (挑筋教) que significa, aproximadamente, "la religión que quita el tendón" (una referencia al kashrut.)Después de que a un animal se le poda la grasa, todavía queda el Gid Hanshé (el tendón de Iaacov/ el nervio ciático) Según registros históricos, una comunidad judía con una sinagoga, construida en 1163, existió en Kaifeng por lo menos desde la dinastía Song meridional hasta fines del siglo XIX. Se supone que llegaron desde Asia Central.
La existencia ininterrumpida de este grupo étnico-religioso durante más de 700 años en un medio sociocultural dominado totalmente por los principio morales y éticos confucianos constituye un fenómeno único tanto en la historia china como en la judía. La presencia de judíos en China fue desconocida hasta que Matteo Ricci coincidió con un judío de la comunidad de Kaifeng a principios del siglo XVII. Ricci conoció en 1605 a un joven judío chino llamado Ai Tian (艾田), que le explicó que adoraba a un solo dios. Está registrado que cuando este joven vio una imagen cristiana de María con el niño Jesús creyó que se trataba de Rebeca y Esaú o Jacob, personajes de las Escrituras hebreas. Ai Tian dijo que había venido de Kaifeng, donde vivían muchos otros judíos. Ricci envió un jesuita chino a visitar Kaifeng y, más tarde, otros jesuitas visitaron también la ciudad. Más adelante se supo que la comunidad judía tenía una sinagoga (禮拜寺 libai si) y que tenía gran cantidad de materiales escritos y de libros.
La Rebelión Taiping de la década de 1850 hizo que la comunidad se dispersara, pero más tarde volvió a Kaifeng. En Kaifeng se encontraron tres estelas con inscripciones. La más vieja data de 1489 y conmemora la construcción de una sinagoga en 1163 (que lleva el nombre de 清真寺, Qīngzhēn Sì, término usado con frecuencia para las mezquitas en China). El texto dice que los judíos llegaron a China procedentes de la India durante la dinastía Han (entre el siglo II a. C. y el siglo II d. C.). Menciona los nombres de 70 judíos con apellidos chinos, describe la audiencia que tuvieron con un tal emperador Song cuyo nombre no se menciona, y hace una lista de la transmisión de su religión desde Abraham hasta el profeta Esdrás. La segunda tablilla, encontrada en la sinagoga Xuanzhang Daojing Si y fechada en 1512 detalla sus prácticas religiosas judías. La tercera, de 1663, conmemora la reconstrucción de la sinagoga Qingzhen Si y repite información que aparece en las otras dos estelas.[1]
Dos de las estelas hacen referencia a un famoso tatuaje escrito en la espalda del general de la dinastía Song Yue Fei. El tatuaje, en el que se lee "lealtad sin límite al país" (en chino simplificado: 尽忠报国; en chino tradicional: 盡忠報國; pinyin: jìn zhōng bào guó), que apareció por primera vez en una sección de la estela de 1489 diciendo sobre los judíos "lealtad sin límite al país y al Príncipe". La segunda apareció en una sección de la de 1512, mencionando cómo los soldados y oficiales judíos en el ejército chino eran "leales sin límite al país". La misma fuente asegura que los israelitas sirvieron como soldados en los ejércitos de Yue Fei.[1]
El padre católico Joseph Brucker, un investigador de principios del siglo XX, apuntó que los manuscritos de Ricci indican que sólo había entre 10 y 20 familias judías en Kaifeng entre finales del siglo XVI y principios del XVII y que habrían residido allí durante 500 o 600 años. Afirmaban también los manuscritos que había un gran número de judíos en Hong Kong, lo que llevaría a suponer que judíos leales al futuro emperador Gaozong lo habían acompañado en su huida a Hong Kong. De hecho la estela de 1489 menciona cómo los judíos "abandonaron Bianliang" (Kaifeng) tras el incidente de Jingkang.
A pesar de su aislamiento con respecto al resto de la diáspora judía, los judíos de Kaifeng conservaron sus tradiciones y costumbres judías durante muchos siglos. En el siglo XVII la asimilación empezó a afectar a las tradiciones. La cantidad y el porcentaje de matrimonios interétnicos -con chinos han y con las minorías hui y manchúes de China- se incrementó. la destrucción de la sinagoga en la década de 1860 llevó a la comunidad a su desaparición.[2]
Hoy en día entre 600 y mil residentes de Kaifeng tienen ascendientes judíos.[3] Tras el contacto con turistas judíos, los judíos de Kaifeng han recuperado los lazos con el judaísmo mayoritario. Con la ayuda de organizaciones judías algunos de sus miembros han emigrado a Israel.[4]

Testimonios escritos [editar]
En el libro "The Kaifeng Stone Inscriptions: The Legacy of the Jewish Community in Ancient China", Tiberiu Weisz, un profesor de historia hebrea y religión china, presenta sus propias traducciones de las estelas de 1489, 1512 y 1663. Estas estelas fueron consecuencia de la lenta pero progresiva asimilación de los judíos por los chinos y se dejaron para preservar su religión y para mantener el contacto con sus orígenes. Su traducción revela uno de los muchos orígenes propuestos pra los judíos de Kaifeng.
Según Weisz, tras el exilio de Babilonia y la diáspora del siglo VI a. C., levitas desencantados y kohen marcharon con el profeta Esdrás debido a la prohibición de tener esposas extranjeras y al decreto que estimulaba los matrimonios entre las tribus de Israel, y desaparecieron para no saberse nada de ellos jamás. Weisz cree que estos judíos se establecieron en el noroeste de la India o (天竺, Tiānzhú, "India celestial", como se le llama en las estelas, donde vivieron durante siglos.
Ya antes del año 108 a. C. estos judíos habrían emigrado desde el noroeste de la India a la región de Ningxia (en la moderna provincia de Gansu), donde fueron detectados por el general chino Li Guang, que había sido enviado a invadir la "región occidental" (西域 Xīyù) para expandir los territorios de la dinastía Han. Desde ese momento hasta las postrimerías de la dinastía Tang los judíos fueron dispersándose por China.
Ya antes de 108 a. C. estos judíos habían emigrado del noroeste de la India a la región de Ningxia (en la actual provincia de Gansu) y fueron avistados por el general chino Li Guang, que había sido enviado a invadir la "región occidental" (西域 Xīyù en chino) para ampliar las fronteras de la China de la dinastía Han. Desde ese momento hasta las postrimerías de la dinastía Tang, los judíos se dispersaron por China, se casaron con esposas chinas, y engendraron hijos "medio chinos, medio bárbaros". Durante la Gran Persecución anti-budista (845-846) el budismo y otras religiones extranjeras (zoroastrismo, maniqueísmo, nestorianismo, islamismo y judaísmo) fueron relegadas a las regiones exteriores de China bajo la supervisión de los kitán y todos los templos fueron quemados para construir en el lugar que ocupaban templos confucianos y taoístas, las religiones nativas de China.
Los judíos no volvieron a China hasta que el emperador Taizong, de los dinastía Song, un hombre con grandes ansias de conocimiento, envió mensajeros a todas las partes de China para reclutar y aprender de eruditos extranjeros. Según las primeras traducciones de las estelas la palabra china Guī (歸) en el discurso del emperador a los judíos fue traducida como "venir", induciendo a la mayor parte de los historiadores chinos y occidentales a creer que los judíos vinieron a China durante la dinastía Song. Weisz la traduce sin embargo como "volver" [1], lo que significaría que el emperador sería consciente de su estatus de antiguos ciudadanos chinos y que les daba la bienvenida a China. El emperador les permitió quedarse bajo la protección del imperio Song y continuar con la práctica de la religión de sus ancestros.[1]
Pocas de las obras escritas de Kaifeng han sobrevivido. Una parte significativa de ella se guarfa en la biblioteca del Hebrew Union College de Cincinati (Ohio). Entre las obras de la colección hay un siddur (libro de oraciones judío) en caracteres chinos y un códice de la Biblia judío. El códice es especialmente interesante porque aunque contiene vocales hebreas fue copiado por alguien que no las entendía, y parecen haber sido situadas al azar, por lo que el texto con vocales constituye un galimatías. Como el hebreo se escribe generalmente sin vocales y las consonantes fueron escritas correctamente, un lector hebreo puede descartar esas marcas con escasos errores de lectura.

Los judíos de Kaifeng en la actualidad [editar]
Debido a la situación política la investigación sobre los judíos de Kaifeng y sobre el judaísmo en China sufrió un parón hasta el principio de la década de 1980, cuando se empezaron a realizar reformas económicas y políticas en dicho país. El establecimiento de relaciones diplomáticas entre China e Israel en 1992 renovó el interés por el judaísmo y la experiencia judía, especialmente debido a que 25.000 refugiados judíos huyeron a Sanghai durante el período nazi.[5]
Los judíos de Kaifeng se casaron con los chinos locales y son, por tanto, indistinguibles en apariencia de sus vecinos no judíos.[6] En la tradición rabínica contemporánea, sólo se reconoce la condición de judío se transmite por vía materna, mientras que para los judíos chinos se realiza por vía paterna. Debido a ello para conseguir la nacionalidad israelí deben convertirse, tal y como marca la Ley del retorno. La mayor parte de los descendientes de la comunidad judía de Kaifeng es sólo vagamente consciente de su ascendencia judía.[7] Algunos, sin embargo, dicen que sus padres y abuelos les dijeron que eran judíos y que algún día "volverían a su tierra".[8]
Aunque la actitud oficial hacia los descendientes de los judíos de Kaifeng es tolerante, el trato recibido por parte de sus conciudadanos no siempre lo ha sido. En Kaifeng está asentada una dinámica comunidad musulmana que ha sobrevivido a 50 años de aislamiento y hostilidad consentida oficialmente (debida supuestamente a la relación entre las minorías hui, kazajos y uigures y el gobierno chino). Durante ese tiempo los judíos de Kaifeng fueron protegidos y ayudados por los musulmanes, y eran casi indistinguibles de la comunidad musulmana. Eso cambió en el momento en el que con la apertura de China los musulmanes de Kaifeng restablecieron sus lazos con los musulmanes del resto del mundo. La comunidad musulmana recibió ayuda de las naciones musulmanas y adoptó muchas de las actitudes anti-israelíes y antijudías. La mezquita de Kaifeng emitió propaganda anti-israelí y la población musulmana local ha desarrollado una actitud crecientemente hostil hacia los judíos. Como pocos judíos extranjeros visitan Kaifeng, esta hostilidad se ha dirigido hacia los descendientes de la comunidad judía de la ciudad. Hay rumores sobre pogromos, pero dicha información es censurada por el gobierno chino. Debido a la situación, muchos de los judíos de Kaifeng prefieren hacerse pasar por chinos han.[cita requerida]
En el último censo aparecen, oficialmente, 400 judíos en Kaifeng, pero esa cantidad es cuestionable.[cita requerida] Es difícil calcular el número de judíos en cualquier país, pero en China eso es casi imposible. las cantidades varían en función de los cambios en la actitud oficial. Por ejemplo el número de manchúes durante el reinado del último emperador manchú se calculaba en 2 millones; tras la caída de la dinastía manchú esta etnia desapareció virtualmente por miedo a ser perseguidos y sólo 500.000 fueron contabilizados en los censos posteriores. Cuando cambió la política sobre minorías y se les otorgó una protección y derechos especiales el número de manchúes se incrementó hasta alcanzar los 5 millones. El número potencial de judíos y descendientes de judíos en Kaifeng y sus alrededores podría alcanzar los centenares de miles[cita requerida]. Hasta el momento la mayor parte de las otras comunidades judías se ha mostrado indiferente ante su situación. Sin embargo recientemente una familia de judíos de Kaifeng se ha convertido oficialmente al judaísmo y se han convertido en ciudadanos israelíes. Que otros descendientes sigan su ejemplo o no es pura especulación.[2]
El historiador Michael Wood caminaba por una callejuela de Kaifeng en su serie documental "Legacy" (1992) y decía que se llamaba "el callejón de la secta que enseñaba las escrituras", es decir: de los judíos. Decía también que todavía hay hoy en día judíos en Kaifeng, pero que son reacios "en el actual clima político" a revelarse. El libro que complementa al documental afirma que todavía se puede ver una "mezuzá en el dintel de la puerta, y el candelabro en el salón". Del mismo modo en el documental "Quest for the Lost Tribes", del canadiense Simcha Jacobovici se hace una visita a un anciano judío de Kaifeng, el cual detalla la historia reciente de los judíos de la ciudad, muestra algunas fotografías viejas y sus documentos de identidad que lo identifican como miembro del grupo étnico judío.

La llamativa cantidad de puntos en común entre estas dos naciones milenarias nos invita al interrogante de por qué ambos pueblos no se acercan más. Lo que es indudable es que tales características en común son pocos conocidas en uno y otro extremo del continente asiático. Veamos algunas de ellas.
A primera vista es difícil imaginarse dos naciones más diferentes entre sí que China e Israel. El territorio israelí cabe cuatrocientas veces en el chino, y China es doscientas veces más populosa. Un país es el corazón del Asia; el otro, un puente entre Occidente y Oriente. Sin embargo, China e Israel tienen muchas características en común; habremos de enumerar siete.La antigüedad es el aspecto fundamental. La historia de ambas naciones se extiende por cuatro milenios o más, casos únicos de identidad nacional con una continuidad nacional tan remota.Segundamente, ambas identidades nacionales fueron redefinidas casi simultáneamente: en 1948 el moderno Israel, en 1949 la moderna China. En ambos países, las minorías nacionales constituyen aproximadamente el diezpor ciento de la población.En tercer lugar, ambas religiones nacionales (el confucianismo y el judaísmo) se basan en la acción y no en el dogma, evolucionaron más en derredor de la conducta que de la fe. La máxima "No hagas a tu prójimo lo que te desagrada a ti" es pilar de ambas civilizaciones, así como la visión de una naturaleza humana básicamente buena. En ninguna de las dos civilizaciones, la teología desempeña un rol central.El estadista chino Wu Ting Fang marcó hace un siglo la similitud: "Confucio y Moisés, son parecidos tanto en sus doctrinas como en su modo de enseñar y de moldear el carácter de sus respectivas naciones. El símil más ostensible es la importancia de honrar a los padres". Asimismo, ambas religiones son estrictamente no-misioneras y tolerantes para con el mundo externo. No tienen el objetivo práctico de convertir al mundo al confucianismo o al judaísmo.En cuarto lugar, en un mundo que se inclina por las lenguas occidentales, tanto China como Israel son orgullosamente fieles a sus respectivos idiomas antiguos y a sus singulares alfabetos. La renovación del hebreo bíblico en tiempos modernos puede hallar su paralelo en la simplificación china del antiguo mandarín.La quinta semejanza es que tanto los judíos como los chinos tienen una larga experiencia de sufrimiento y persecuciones. La Segunda Guerra Mundial arrastró a sus trágicas historias a un nadir, y tanto el Holocausto como la Violación de Nanjing permanecen como un baldón en la conciencia humana. Durante la guerra, Liu Shi-Shun, un académico chino y ministro de relaciones exteriores, sostuvo: "Como los judíos, los chinos tienen una herencia cultural de miles de años. Como los hijos de Israel, mis compatriotas se dispersaron por los cuatro rincones de la Tierra. Como vuestro pueblo, el mío sabe el significado del infortunio y, por esta razón, somos capaces de pelear una prolongada guerra de resistencia sin las condiciones materiales que son consideradas esenciales en otras partes del mundo".Cabe mencionar que China es frecuentemente mencionada como el único país en el mundo en el que no hubo jamás ninguna expresión de judeofobia, tan característica de la historia europea. Durante una ceremonia en Yad Vashem en marzo de 2001, se rindió homenaje a Feng Shan Ho, el cónsul chino en Viena entre 1938 y 1940, quien distribuyó cientos de visas para salvar a judíos del Holocausto.En sexto lugar, ambos pueblos han ejercido una profunda influencia en la civilización humana, en su cultura, literatura y ciencias. La historia del mundo es inimaginable sin los chinos o sin los judíos.Hay otro aspecto en común que es más moderno. Tanto China como Israel se lanzaron a un proceso de modernización de sus respectivas economías. El modelo sobre el cual Mao Zedong y Ben Gurión concibieron la economía era orientado hacia el Estado, mientras que los más recientes líderes de ambos países iniciaron una campaña para abrir sus economías al mercado libre.Considerando lo antedicho, uno puede concluir que los puentes entre Israel y China son naturales y deseables, y deberían construirse para beneficio mutuo. Aun cuando los dos países no comparten un grupo regional, pertenecen al diminuto grupo de las civilizaciones antiguas recientemente renacidas, de pueblos tesoneros y creativos que han hecho grandes contribuciones a la humanidad.En palabras de Wu Ting Fang: "Los chinos y los judíos siempre fueron amigos y nunca enemigos. Ambos fueron perseguidos y despreciados... pero no por sus vicios... sino por sus virtudes, por su industriosidad, su economía, su perseverancia y ahorro".2009 En China hay solo 1000 judíos en Pekín, 1500 en Shangai, 500 en Guangzhou y 4000 en Hong Kong.La historia del pueblo judío se ha caracterizado -entre muchas otras cosas- por la serie de movimientos migratorios que los llevaron a vivir fuera de la tierra de sus antepasados. Condenados al exilio e impulsados por establecer un hogar en donde les permitieran desarrollar su cultura y religión, los judíos emigraron de continente en continente, llegando hasta los más distantes confines de la tierra.
Tal es el caso de China, en donde actualmente habitan poco más de 150 judíos, remanentes de una antigua y próspera comunidad. Son profusos los datos sobre el pasado y el presente de estos judíos. La alusión más antigua a su presencia en esta región se encuentra en la profecía bíblica que dice: He aquí éstos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del occidente; y éstos de la tierra de Sinim (Isaías 49:12), que probablemente se refiere a la época del cautiverio babilónico durante la cual se cree que llegaron varias caravanas de judíos a China.
A pesar de que no existe certeza, se especula que entre 206 a.e.c. y 200 e.c. comerciantes judíos provenientes de Persia emigraron a China junto con sus familias atraídos por la prosperidad de la Ruta de Seda. La primera evidencia auténtica de la presencia judía en China que se conserva hasta la fecha es una carta comercial escrita en 718 e.c. con inscripciones en hebreo. Se cuenta también con unas crónicas del siglo X.
Algunas inscripciones que datan de 1489 y que se encuentran en un museo de Kaifeng donde se establecieron principalmente, proporcionan datos insospechados. Allí se describen los orígenes de los judíos desde los tiempos del patriarca Abraham y se hace un recuento del proceso migratorio de 960 a 1126 e.c. hasta su llegada a Kaifeng.
En este documento se describe cómo los inmigrantes ofrecieron un regalo al emperador Hsiua Tsung y a cambio, éste les ofreció parcelas para que se establecieran y construyeran una casa de oración: Han venido a China, conserven y continúen con las costumbres de sus antepasados, aquí en Kaifeng .
Los judíos se establecieron en distintas provincias entre las que destacaron Shangai y Kaifeng. Durante los primeros cinco siglos, los judíos vivieron con relativa tranquilidad en su nuevo hogar. Mantenían lazos familiares y comunitarios estrechos, y observaban estrictamente las leyes rituales al dar lectura a la Torá. Por su naturaleza tolerante, los chinos aceptaban distintas filosofías y religiones, por lo que los judíos -al igual que otros extranjeros- tuvieron la oportunidad de ingresar en el servicio militar y ocupar cargos oficiales de importancia.
Estas condiciones cambiaron en 1642 cuando estalló la revolución que acabaría con la dinastía Manchú. Los ejércitos imperiales trataron de evitar la entrada de los rebeldes a la ciudad de Kaifeng, anegaron la plaza central y la sinagoga fue destruida.
La guerra arruinó a la comunidad judía de Kaifeng, pero a pesar de que la miseria se generalizó, en 1653 la sinagoga fue reconstruida. Sin embargo, declinó la instrucción religiosa en los miembros de esta colectividad y pocos continuaron observando los rituales. No había rabino y los servicios religiosos se encontraban en peligro de desaparecer por completo.
De acuerdo a los registros genealógicos, la población judía se fue asimilando, adoptaron costumbres locales y perdieron los valores judíos paulatinamente. Con el tiempo la situación fue empeorando. Los judíos de Kaifeng, a pesar de su antigua historia en China, eran considerados extranjeros, y sufrían constantes discriminaciones ante la indiferencia del Emperador.
A pesar de las adversidades, los judíos de Kaifeng querían ver renacer su religión. Sin embargo, sus esperanzas se vieron destruidas cuando en 1898, con la Rebelión Bóxer, surgió un movimiento anti-extranjero, anti-occidental, que provocó que los judíos tuvieran que encubrir su identidad para salvar sus vidas.
La comunidad judía de Shangai atendió a los llamados de auxilio de la colectividad de Kaifeng hasta que en 1911 se desató la revolución.
La situación mundial propició que, a pesar de las difíciles circunstancias, aumentara la inmigración judía a China. Por ejemplo, la cesión de Hong Kong a Gran Bretaña trajo consigo el establecimiento de un grupo de judíos en esta ciudad. A la vez, con la revolución rusa, millares de intelectuales y comerciantes judíos encontraron un refugio, así como la posibilidad de desarrollar su cultura en Manchuria.
A los inmigrantes se sumaron los que escaparon de la persecución nazi y del acoso japonés.
Fue hasta 1953, cuatro años después del establecimiento del comunismo en China, cuando los judíos fueron reconocidos como minoría y pudieron emerger de la obscuridad.
Por haber estado aislados del resto de la judería mundial y por haber perdido el significado de los requerimientos religiosos, muchos judíos de Kaifeng desconocen sus orígenes y cuestionan su identidad. Sin embargo, hay quienes a pesar de las adversidades continúan leales a su herencia y practican orgullosamente su legado espiritual y religioso.


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