20090315

Jacques Lacan


La verdad tiene estructura de ficción.

Nació en París el 13 de abril de 1901.
La agitada vida intelectual de su época, en la que figuras como André Breton, André Gide, Jules Romains, James Joyce atraían cada vez más su atención, es vivida por él de forma tal que rechaza los valores familiares y cristianos en los que había sido educado.
Entre 1927 y 1931 realizó los estudios necesarios para la especialización en psiquiatría. De esta época resaltan sus contactos con Henri Ey, Pierre Mâle y otras figuras de aquel entonces. Tres maestros que dejaron su impronta en él fueron Georges Dumas, Henri Claude y G.Clérembault.
En junio de 1932 empieza su análisis con Rudolph Loewenstein, quien por aquellos tiempos era considerado como el mejor analista didáctico de la SPP (Societé Psychanalytique de Paris). Este único paso de Lacan por una experiencia psicoanalítica en la que ocupará el lugar del analizado, finalizaría abrupta y violentamente seis años más tarde.
En 1934 contrae matrimonio con Marie Louise Blondin, quien era hermana de un antiguo compañero de estudios de Lacan, al que éste admiraba profundamente. De la unión nacieron tres hijos: Caroline (1936), Thibaut (1938) y Sibylle (1940).
En 1941 se divorcia de M.L.Blondin y se une con Sylvia Bataille, ex-esposa de Georges, con quien tiene una hija: Judith Sophie (1941).
En 1934 pasa a ser miembro adherente de la SPP. Asiste al congreso de la Asociación Internacional de Psicoanálisis en Marienbad, donde presenta su trabajo sobre el “Estadío del Espejo” (1936). Lacan consigue, finalmente en 1938, ser nombrado titular de la SPP, luego de ejercer presión para que no se tuviera en cuenta algunas opiniones desfavorables a su candidatura, entre ellas las de Loewenstein.
La notoriedad que le proporcionó la frecuentación del medio intelectual parisino había aportado a Lacan una pequeña clientela privada, pero hasta 1947 no recibió demasiados pedidos de análisis didácticos. Fue el médico personal de Picasso.
En 1953 presenta su dimisión a la SPP. Las nuevas formulaciones que había introducido, en particular las relativas a la práctica de la cura, hicieron que los sectores más ortodoxos de la SPP lo acusaran de sembrar la discordia en la institución y la rebelión en los que eran sus alumnos.
Se une con Lagache para fundar la Sociedad Francesa de Psicoanálisis (SFP)y durante los diez años que duró la SFP, encontrará en Francoise Dolto, que también se incorpora a la nueva institución, a una interlocutora que valoraba en forma notable. En 1953 también señala el comienzo de sus seminarios públicos.
En 1963 fue expulsado de la Asociación Internacional de Psicoanálisis, y un año más tarde fundó la Escuela Freudiana de París, junto a Dolto, Leclaire, Octave y Maud Mannoni
Habiéndose ya iniciado su declinación física e intelectual, en particular luego de un accidente automovilístico que sufre en 1978, disuelve en 1980 la escuela y funda la Causa Freudiana, que luego sería la Escuela de la Causa Freudiana. En estas últimas disoluciones y fundaciones ya no actúa sólo, sino que su yerno J.A.Miller es quien toma la posta con su consentimiento.
En esos tiempos todavía daba algunos seminarios, pero sin el despliegue que tanto lo había caracterizado y que tan profunda fascinación provocaba en su auditorio. Padecía una patología vascular muy lenta en su evolución, pero de origen claramente cerebral. Además, desde 1980 se le había declarado un cáncer de colon.
Falleció el 9 de septiembre de 1981 en París.
Vida y Obra.
Al iniciar su carrera médica, las ideas de Freud estaban ganando cada vez más espacio dentro del pensamiento francés. Presento su tesis de doctorado en Medicina, de la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, en 1932.
En junio de 1932 empieza su análisis con Rudolph Loewenstein. En realidad, se presume que las razones que lo llevaron a Lacan a analizarse con Loewenstein fueron más políticas que científicas, transformándose así la cura en algo más parecido a un requisito que sabía indispensable si quería ocupar posiciones de mayor nivel dentro de la SPP. En alguna ocasión se ocupó de manifestar que, en verdad, Loewenstein no era lo suficientemente inteligente para analizarlo a él. Por su lado, tampoco Loewenstein se privó de comentar entre sus allegados que Lacan era inanalizable.
Bajo la consigna de un retorno a Freud, replanteó conceptos psicoanalíticos a través del estructuralismo y la lingüística, lo que marca la influencia de Saussure y de la antropología de Lévi-Strauss en su obra. Asimismo, fueron muy importantes para las conceptualizaciones teóricas que desarrollaron las lecturas de Husserl, Nietzche, Hegel y Heidegger. Podría decirse que Lacan leyó a Freud desde una exterioridad: psiquiatría, surrealismo y filosofía.
Lacan formalizó el inconsciente a través del lenguaje, “ el inconsciente esta estructurado COMO el lenguaje”, como, pero que no es igual al inconsciente porque le falta algo. La falta de Freud que implica la formación de un Sujeto deseante, se desea porque falta. Con Freud no existía la lingüística como conciencia, con Lacan si. El Sujeto entra a la sociedad a través del lenguaje, y de tener un discurso, de la palabra inserta en un discurso. Lacan sostiene que el inconsciente esta estructurado como un lenguaje. De tal afirmación se desprenden básicamente dos cosas: que el individuo es un ser hablante y que es un ser hablado. Para el psicoanálisis, el lenguaje no es una propiedad más del ser humano. Por el contrario, se considera como algo de importancia decisiva por una doble razón: actúa a modo de inconsciente y opera, a su vez, el inconsciente a modo de lenguaje. Esta doble función estructura al sujeto, transforma su cuerpo y necesidades y define sus afectos. Por todo ello, el psicoanálisis es una “cura por la palabra”, puesto que es por ella, y a través de ella, por lo que el individuo enferma.
Lacan invierte el signo Saussuariano significado en significante ,
afirmando que el significante tiene una función activa sobre el significado. Y destaca la barra divisoria que es la represión primaria. Lacan dice con esto que el inconsciente en donde hay significantes (un olor, un sonido, una escena, un color, etc.) determinan, actúan sobre el significado. Ej.: determinado olor o palabra puede hacernos acordar una situación determina para uno que para otra persona quizá no. Esta barra es el sujeto barrado, el sujeto atravesado por la falta, que desea, el sujeto del psicoanálisis, el neurótico, el que tiene síntomas, sueños, lapsus, actos fallidos. Esto demuestra que el inconsciente no es una estructura cerrada.
Trilogía Lacaniana.
Lo imaginario, lo simbólico, y lo real constituyen la Trilogía Lacaniana, a través de la cual se trata de explicar toda la experiencia individual. Los tres registros van juntos, no hay uno sin el otro. Los tres son de aparición simultánea. Si bien el simbólico determina al real e imaginario, no hay uno que sea más importante que el otro, los tres son necesarios. Para Lacan, la realidad es imaginaria, aunque formulado así parezca y contrasentido: el sujeto tiene una mera imagen de la realidad. Lo real seria aquello de lo que tenemos una clara conceptualización simbólica. Bastara pensar, por ejemplo, que antes de que Newton formulara la ley de la gravedad, el individuo veía () que las cosas caían () pero esto era el efecto de algo desconocido ().
Lo simbólico: un significante se define por oposición a los otros significantes, es lo que los otros no son. Un significante solo no significa nada, necesita de los otros para significar algo. Se precisa por lo menos dos significantes para que advenga la significación. La estructura simbólica es un conjunto de elementos que se relacionan entre ellos. Lo simbólico establece diferencias. El campo simbólico le viene de afuera, le es impuesto al Sujeto, el Sujeto esta subordinado al lenguaje, es Sujeto a partir de que es nombrado en lo simbólico. El Sujeto no coincide con lo que cree ser.
Lo real: hace falta del espacio (hiancia) entre los significantes para que haya más de dos. Es por lo tanto una estructura en donde siempre hay una falta, un agujero. Lo real es lo que queda por fuera de esta estructura simbólica, lo que no habla, por tanto no engaña, lo que vuelve siempre al mismo lugar.
Lo imaginario: tiende a cerrar la hiancia que se introduce en lo simbólico. Hay una tendencia en lo imaginario a la buena forma, aunque siempre va a ser fallida. Gracias a la relación imaginaria (en la que hace falta el Otro que señala la buena forma a la cual identificarse) se da la constitución del cuerpo. Es necesario apropiarse del cuerpo a partir de la imagen unificada del cuerpo entero del otro semejante. Implica una alienación. Decimos entonces “tengo un cuerpo”.
Los tres registros en el lenguaje: lo simbólico se da en el significante, lo imaginario se da en el significado que siempre remite a otra significación y también esta presente en el uso del lenguaje; en cambio, lo real esta en el despliegue diacrónico del discurso, también puede pensarse como la hiancia, como lo que esta perdido en la abstracción del significante.
La escuela lacaniana insiste en que la base del psiquismo humano no lo constituyen los instintos, sino las pulsiones. Reivindicando la ortodoxia freudiana, Lacan considera que los instintos son propios de los animales, mientras que las pulsiones son una actividad específicamente humana.
En síntesis, Lacan debe ubicarse dentro de una corriente de pensamiento estructuralista, según la cual, la forma en que esta organizada la vida social se impone inconscientemente a los sujetos individuales.
Para el psicoanálisis lacaniano la palabra es fundamental tanto para el diagnostico como durante el tratamiento de los pacientes ya que la terapia es concebida como un intercambio lingüístico entre el analizado (paciente) y el analista (terapeuta). Durante el transcurso del tratamiento se procura que el analizado logre traducir las estructuras inconscientes al lenguaje de la comunicación social. El “discurso” del paciente en su lenguaje verbal y gestual, sus sueños (llamados discurso onírico) los actos fallidos y los síntomas.
Lacan dice en sus “Écrits”:
“… El psicoanálisis solo posee un medio: la palabra del paciente…”
“Ahora bien, toda palabra llama a una respuesta…”
Durante el trabajo analítico se trata de obtener esa respuesta ya que “ la palabra debe ser liberada” para lograr la cura.
Por otro lado, Lacan aportó al psicoanálisis una clave que faltaba a la teoría del narcisismo de Freud: el estadio del espejo. Dice Lacan en un primer momento que éste es una construcción que “… consiste en poner de manifiesto la conexión de cierto numero de relaciones imaginaria fundamentales en un comportamiento ejemplar de determinada fase del desarrollo”, “ese comportamiento no es otro que el que tiene el niño ante su imagen en el espejo desde los seis meses de edad” y que Lacan caracteriza como de “asunción triunfante de la imagen con la mímica jubilosa que la acompaña y la complacencia lúdica en el control de la identificación especular “. Al contrario de los animales, los niños puestos delante del espejo, reconocen las personas y las cosas y se maravillan alegremente de este reconocimiento.
Estas relaciones imaginarias que son articuladas por Lacan a la conducta frente al espejo, consisten en “que el sujeto se identifica en su sentimiento de Sí con la imagen del otro, y la imagen del otro viene a cautivar en él este sentimiento”. Esto determina un efecto de alienación fundamental. Alienación en el doble sentido de “ser otro”, en tanto a perdida de identidad, y de “estar loco” (alineación mental). Esto permite concluir: “Yo es otro”.
El sujeto se identifica en el otro porque su Yo se constituyo a partir de la “nueva acción psíquica” consistente en la identificación de la imagen unificada que aporta el semejante: la imagen del semejante tiene tal valor cautivante para el sujeto por las condiciones peculiares de su nacimiento.
Hace falta distinguir la noción de cuerpo entendido como yo corporal. Cuerpo como unidad imaginaria que sobreviene a partir del narcisismo; este es una nueva organización, distinta del autoerotismo, que impone una nueva regulación, diferente de la regulación autoerótica, en donde las pulsiones parciales persiguen sus satisfacciones independientemente unas de otras.




El origen de este breve escrito es la siguiente pregunta: ¿Cuál es la idea que tiene Lacan de ciencia como interlocutor? Es decir, Lacan tiene una idea de ciencia que toma como referente para distinguirla del campo psicoanalítico y a la vez precisar la consistencia de dicho campo frente al pensamiento científico. Si la ciencia es ajena y exterior al psicoanálisis – pero al mismo tiempo es un recurso para precisar en qué consiste éste – entonces vale la pena detenerse un poco en esta cuestión.
A diferencia de Freud, en Lacan hay una intención más enfática por definir su concepción de ciencia. En Freud, su idea de ciencia se ajusta a la concepción que prevalece en su tiempo, representada básicamente por la Física. En algunos textos de la metapsicología de 1914-15 como Pulsiones y sus destinos y Lo inconsciente, Freud reitera que el psicoanálisis se apega a la Física ya que, con relación a los hechos clínicos y los conceptos que los expresan, procede de la misma manera que esta. Este apegarse a la ciencia, representada por la física, es lo que define la idea de cientificismo en Freud. En Lacan hay una reiterada referencia a la ciencia y en la apertura del seminario Los Escritos Técnicos de Freud (l953), con la que comienza su transmisión, hay una breve pero precisa consideración de lo que para él es la ciencia Tomando como punto de partida este momento de la transmisión de Lacan, tejeremos alrededor de él, ciertas reflexiones acerca de la idea que tiene de ciencia como interlocutor.
Los argumentos que nos asisten para elegir esta apertura podrán valorarse una vez que hayamos expuesto las ideas y si eso es valido o no quedará a juicio del lector. Lo que sí se puede sostener es que, en esa apertura, Lacan hace una clara referencia a la ciencia. Además, no es aventurado suponer que Lacan –en ese momento inaugural de su transmisión- esta preocupado por una definición o redefinición del campo psicoanalítico (freudiano) y de lo que sostiene ese campo. Lacan renuncia al sostén institucional-religioso a la salvaguarda de la Internacional; deja de lado cuestiones del orden del estándar técnico para preguntarse sobre los fundamentos del psicoanálisis, y sus consecuencias. Lacan comienza planteando ante su público un problema de naturaleza epistemológica que compete directamente al psicoanálisis, y lo plantea haciendo un deslinde de éste con la ciencia y afirmando su cercanía con una técnica oriental. Lacan comienza contraponiendo al psicoanálisis (y el budismo Zen) con la ciencia. Porque Lacan, al atribuirle a ésta la característica de sistema, dice:
El maestro interrumpe el silencio con cualquier cosa, un sarcasmo, una patada. Así procede, en la técnica Zen, el maestro budista en búsqueda del sentido. A los alumnos les toca buscar la respuesta a sus propias preguntas. El maestro no enseña ex cátedra una ciencia ya constituida, da la respuesta cuando los alumnos están a punto de encontrarla. Esta enseñanza es un rechazo de todo sistema. Descubre un pensamiento en movimiento: que sin embargo, se presta al sistema, ya que necesariamente presenta una faz dogmática. El pensamiento de Freud está abierto a revisión: reducirlo a palabras gastadas es un error. Cada noción posee en él vida propia. Esto precisamente es lo que se llama dialéctica. ¿Por qué el maestro budista y el psicoanálisis freudiano, en su búsqueda de sentido, descubren un pensamiento en movimiento que sin embargo se presta al sistema, es decir que necesariamente presenta una faz dogmática?
Es que tanto el budismo Zen como el psicoanálisis corren el riesgo de constituirse en un sistema o saber doctrinario, es decir, en un cuerpo de conceptos que pretende dar a conocer algo de carácter universal. Aquí el ejemplo es la ciencia como sistema ya constituido.
El que Lacan comience, en la apertura de su seminario, hablando de cómo opera el maestro Zen, nos lleva a pensar que el budismo comparte con el psicoanálisis una doble característica; a) son formas de operar sobre el sujeto y, b) el que ambos rechazan todo sistema.
En este rechazo a todo sistema, es que Lacan encuentra en Freud un pensamiento en movimiento. Lacan plantea aquí como antagónicos la faz dogmática de la ciencia –sistema estable de conocimiento – con una posición dialéctica en la que está colocado Freud. Por eso en Freud, dice Lacan, cada noción tiene vida propia y por eso mismo su pensamiento esta sujeto a revisión. Freud es ambiguo, lo que dice se puede entender en más de un sentido, por eso no se puede reducir a palabras gastadas. Hay que recordar que Freud no tenía interlocutores, no podía tenerlos porque él es propiamente el primer analista. Nos parece que Freud y cualquier analista nunca va a poder dejar de ser ambiguo y ese es efectivamente un problema epistémico del campo psicoanalítico, incluso cuando el interlocutor es otro analista; la dificultad para dar cuenta de la naturaleza del campo psicoanalítico sin ser ambiguo. Pero no basta hacer historia, historia del pensamiento y decir que Freud surgió en un siglo de cientificismo. En efecto, con la interpretación de los sueños, es re-introducido algo de esencia diferente, de densidad psicológica concreta, a saber el sentido.
Pero Freud, y Lacan lo sabe bien, juega ambivalente, por un lado, con la posición cientificista –en el sentido de intentar ajustarse a un ideal de ciencia, el de la Física, sin embargo, su búsqueda del sentido lo lleva fuera de ese cientificismo. Y es Lacan, el que se plante la tarea de retornar, re-introducir, reintegrar el plano del sentido que es lo más propio, lo consustancial del psicoanálisis. Reconoce en Freud este movimiento de apegarse al modelo de la física pero que a la vez lo hace romper con esa faz dogmática que presenta la ciencia como sistema ya constituido. A partir de esto, Lacan plantea un problema de orden epistemológico.
Nuestra tarea, aquí, es re-introducir el registro del sentido, registro éste que debe ser reintegrado a su nivel propio Parte de la tarea de Lacan es el deslinde entre un Freud cientificista, incluso fisicalista y el Freud que va a otra parte, a cuestiones que hasta ese momento solo conciernen a la mitología, la religión, la filosofía y la literatura, todos estos campos del saber que apuntan al sentido y que son ajenos a la ciencia, en la que por momentos Freud pretendió incluirlos. El sentido es del orden de lo no verificable empírica o experimentalmente, por eso Freud no se queda en ese punto, se aleja de ese cientificismo por haber confiado en otras cosas, porque: Osó, atribuir importancia a lo que le ocurría a él, a las antinomias de su infancia, a sus trastornos neuróticos, a sus sueños. Por ello, es Freud, para todos nosotros, un hombre situado como todos en medio de todas las contingencias: la muerte, la mujer, el padre Y ante estas contingencias no se puede sistematizar un saber, no es posible construir un saber previo desde donde pueda hacerse referencia en la búsqueda del sentido. Pero reintroducir el sentido no es buscar un único sentido sino más bien romper con un sistema previo de significados. Por eso el psicoanálisis no es aplicación de un saber previamente sistematizado y de carácter universal, los “casos clínicos” se acogen de acuerdo a un método que, prohibiéndose dicha aplicación, le permite a cada caso cuestionar todo saber previo, no hay teoría sistematizada porque el psicoanálisis no atiende a conmensurables sino a la singularidad, de cada uno de los “casos clínicos” que aborda. No se trata pues, tampoco de una hermenéutica que opera cuando, por ejemplo, se hace un diagnóstico y se le atribuye un sentido a los síntomas con base en un conjunto de nociones y conceptos psicopatológicos. Por eso, el hecho de que Freud haya atribuido importancia a esas contingencias ...constituye un retorno a las fuentes que apenas merece el título de ciencia. Con el psicoanálisis sucede como con el arte del buen cocinero que sabe cómo trinchar el animal, cómo separar la articulación con la menor resistencia. Se sabe que existe, para cada estructura, un modo de conceptualización que le es propio. Mas como se entra así en el sendero de las complicaciones hay quienes se atienen a la noción monista de una deducción del mundo. Así, uno se extravía Esta semejanza entre el psicoanálisis y el arte de buen cocinero, es decir, que ambos saben cómo operar, efectivamente complica las cosas porque para cada estructura existe un modo de conceptualización que le es propio. Cada caso clínico tiene su propia conceptualización, pero la conceptualización de uno no sirve para otro. Por eso siempre hay que comenzar de nuevo. Esto es lo que hace complicado la transmisibilidad, que es característica de la ciencia. Sin embargo Lacan agrega: Es preciso entender que no disecamos con un cuchillo, sino con conceptos. Los conceptos poseen su orden original de realidad. No surgen de la experiencia humana, sí así fueran estarían bien construidos. Las primeras denominaciones surgen de las palabras mismas, son instrumentos para delinear las cosas. Toda ciencia, entonces, permanece largo tiempo en la oscuridad, enredada en el lenguaje. Los conceptos –a diferencia del cuchillo que sirve para operar directamente- sirven para delinear las cosas, por eso la ciencia permanece largo tiempo en la oscuridad. Pero cabe decir que la ciencia no permanece largo tiempo enredada en el lenguaje (en la oscuridad), sino que siempre permanece enredada en el lenguaje. Porque si fuera por largo tiempo, entonces supondría un tiempo futuro (aunque sea lejano) en el que la ciencia se libera del enredo del lenguaje y entonces accede a una verdad. Al igual que Freud, Lacan supone un tiempo futuro en el que la ciencia deja de estar enredada en el lenguaje. Pero la historia de la ciencia (primero con Koyré y después Khun, Lakatos, Feyerabend) nos ha mostrado que esa supuesta verdad como correspondencia entre los conceptos y la realidad siempre es temporal, así dure siglos, porque la relación entre el lenguaje y los hechos, las palabras y las cosas nunca es estable.
Entonces, la ciencia siempre permanece enredada en el lenguaje. Pero esto es algo propio de la naturaleza de la ciencia, verlo de otra manera implica un realismo que no es sostenible, es decir, que la verdad científica es temporal, provisional y siempre relativa a un momento histórico y a una comunidad. De esta manera, la verdad científica es por naturaleza caduca y provisional, nunca universal, y eso es lo que Koyré sostiene Es cierto que hay un vuelco entre el flogisto y el oxigeno, pero cada uno tiene su momento de verdad, que es confirmado por una comunidad. No importa que una doble verdad habite en un mismo sujeto como Lavoisier. En este sentido, el intercambio humano a nivel del terapeuta no es distinto del intercambio (interlocución) entre miembros de una comunidad científica. Nadie pude eximirse del mal lenguaje, ni la ciencia ni los científicos.
Resulta extraño que, si Lacan dispone de la concepción de Koyré respecto a la ciencia – quien reconoce la unidad del pensamiento científico con el pensamiento filosófico y religioso- la considere solo en su versión positivista, es decir, como un sistema de conceptos que corresponden a la realidad. Si bien es cierto que la versión de ciencia de Kuhn, Lakatos, Feyeraben no está a la mano de Lacan cuando este la define para diferenciarla del psicoanálisis, no obstante hay en Koyré un claro rechazo de la concepción positivista. Consideramos ineludible -retomando la idea de Julien acerca de un después de Freud y un después de Lacan- que también hay un después de Kuhn, Lakatos y Feyerabend y replantear la idea de ciencia con la que habrá de establecerse una interlocución entre ciencia y psicoanálisis, siempre y cuando unos y otros -psicoanalistas y epistemólogos lo deseen. Nos queda entonces, actualmente, responder a la pregunta en futuro anterior, Lacan en su concepción sobre la ciencia Habrá sido...?

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